Introducción
La
monarquía hashemita en Jordania ha probado ser uno de los regímenes más
estables en el mundo islámico del siglo XX.
La astucia política del fundador de la monarquía jordana, el Emir
Abdullah de Transjordania y su nieto, Hussein- el arquitecto del estado jordano
moderno- llevaron a convertir a un territorio multiétnico sin cohesión política
a un estado formal, soberano y estable en el Medio Oriente.
H: La
inesperada longevidad del reino hashemita de Jordania se debió a tres razones:
La evolución y rigidez de un sistema coercido civil y una elite nacional que
respondía al rey a manera de patriarcado político; la lealtad de las levas
militares que fueron integrándose a las fuerzas armadas y los sistemas
protectores del reino jordano y el interés del imperio británico en ayudar a
que el estado prosperara como componente integral del estatus quo en el área de
Palestina.
Dos de
las características políticas de Jordania que lograron la patente política de
este estado artificial del tratado de Sevres lo fueron su localización
estratégica y su población étnicamente capaz de ser controlada. La posición geopolítica de Jordania-en el
seno de palestina- convenció a los protagonistas internacionales; tanto los
regionales como los internacionales a fomentar su desarrollo como nación
soberana. Factores demográficos como el
hecho de que más de un noventa por ciento de los musulmanes en Jordania son de
la rama Sunni, siendo la una religiosamente homogénea en el creciente fértil
hacen que el efecto antagónico shi’ita-sunni no se de en la región. Estos factores hacen que el caso de Jordania
los hashemitas hicieran posible sus ambiciones políticas de reinar en la región
mediante una monarquía.[1]
Orígenes
Según
Duncan Perish, la dinastía hashemita es
una rama de la tribu árabe de Q’erish.
Dicha tribu era la que pertenecía el profeta Mahoma. De hecho Hashem,
nombre propio del bisnieto de Mahoma, funda en descendencia directa esta rama
dinástica.[2]
Aunque el liderazgo del Islam ha pasado con el califato de la rama de los Alí’s
(descendientes de la hija del profeta Mahoma), los hashemitas son considerados
adalides de gran respeto con el título de Ahl-al
Bayt o dinastía descendiente de Mahoma.
Duncan documenta que parte de la tribu son oriundos del área sagrada de Hijaz-peregrinaje de la región de la
Meca y de Medina. [3]
En sus
escritos, Timothy Paris documenta que los hashemitas mantuvieron autoridad como
custodio sobre las ciudades “santas” desde el siglo décimo después de Cristo
hasta el 1517, cuando el emir regente reconoce la soberanía del sultán otomano
Selim I. Sin embargo, los hashemitas
retuvieron la administración del Hararmain,
es decir la supervisión del hajj- el
peregrinaje anual que hacen los fieles del Islam hacia la Mecca. Paris explica que en 1803 los turcos
perdieron el control de facto de la región de Hararmin cuando los wahabbis, un
sector fundamentalista mahometano, les quito la región de las ciudades santas a
los hashemitas. Los otomanos
restablecieron el control en 1819 con la ayuda del adalid Mahoma Alí, jefe
nominal de Egipto, políticamente adscrito al reino del sultán turco. [4]
Los hashemitas fueron recomendados para propugnar el
liderazgo de la revolución árabe en 1916 debido a su llamativa preeminencia en
el Islam. Ante los ojos de muchos árabes,
un liderazgo hashemita en la revuelta contra los turcos aumentaba las
posibilidades de que la solución sherifana fuese plausible para el movimiento
nacionalista árabe. Según Paris, habia
una buena razón para creer que la selección de los hashemitas como adalides
cautivaría la opinión publica de la población árabe. Entre los árabes, la posibilidad de un
caudillismo que los uniera luego de la guerra eran limitadas. Ibn Saud resultaba un lider mucho mas
llamativo ante los árabes que los hashemitas desde el 1919. Pero el ascetismo riguroso de los wahabis[5][i]
escasamente podia tener algún grado de compatibilidad con los shi’itas de la
región de Mesopotamia o con la mayoría sunni de transjordania. El hecho de que Faisal y Abdullah no eran
nativos en los territorios donde se instalasen como emires resultaba, según
Duncan Paris, una constante preocupación para los planes británicos de obtener
los territorios en calidad de esferas de influencia. Solo de tres reinos formados, la dinastía de Hashem sobrevivió su régimen en
transjordania.
De
acuerdo con los escritos de Lynne Rienner, los hashemitas se rebelaron contra
los turcos durante la Primera Guerra Mundial.
La susodicha guerra sirvió para que el líder de la tribu hashemita,
Hussein bin Alí, emir de la Meca tomara- con ayuda de los británicos-la batuta
del movimiento nacionalista árabe.
Rienner denota que era natural para Hussein asegurar el poder político
para sus hijos, Faisal y Abdullah. La
idea de Hussein era hacer una nación arabe bajo un reino unido hachemita toda
el área que se llamaba el mashrig[6]
. El reino que quería Hussein era-según
Rienner- era políticamente imposible por la naturaleza multi-tribal de la
cultura árabe. [7]
Según
el Doctor Pablo Hernández, los Hashemitas se convierten en conservadores
pro-coloniales a favor de un sistema supervisado británico. Los hashemitas se convierten en el
contrapunto de los principes de la dinastía Saud. Los Saud pretendían para la península arabiga
una nación con bases islámica, mientras que los hashemitas se conformaban con
un protectorado británico; compuesto por un gobierno indirecto donde Gran
Bretaña ejerce influencia a través de comisionados residentes, respetando las
estructuras de poder establecidas por los hashemitas.[8]
La
Solución Sharifana
En 1921, los británicos pagaron la lealtad de los
hashemitas con lo que se llamó la “solución sharifana.” La solución consistía en establecer tres
monarquías la región del Mashrig[9]. Faisal se instaló como rey de Irak,
Abdullah se hizo emir de transjordania.
Los dos reinos -documenta Asher Susser- crearon una partición de
creciente fértil que respondiese a los intereses tanto del imperio británico
como el de los monarcas hashemitas. La
alianza hashemita con los británicos favoreció a la dinastía al serle expandido
el territorio de dominio bajo los principes dinásticos, tomando aparte del Hijaz-proclamado por Sharif Hussein al
Hashem durante la revuelta arabe- a Transjordania y a Irak.[10]
Visto desde una perspectiva británica, la solución
sherifana presentaba distintas ventajas. Su creador, Winston Churchill,
articuló en junio de 1921 una deposición ante la cámara baja del parlamento
británico-La Casa de los Comunes-que la solución ofrecía un pago moral a la
lealtad de los hashemitas y al mismo tiempo cumplía con las exigencias del
gobierno británico de reducir los gastos en la política imperial del Medio
Oriente. La cooperación hashemita con el imperio británico durante la guerra
contra los turcos también implicaba que estos serían muy leales y condescendientes
con los intereses ingleses, llenarían las expectativas del pan-nacionalismo
árabe del momento concurrentemente sirviendo como el escudo perfecto para el
dominio imperial de la economía y la estructura militar de la zona. Paris
destaca que la realidad del asunto era muy diferente a lo que planteaba
Churchill, pues los factores que llevaron a la planificación de dicha política
de dominio hashemita dependían de la situación interna de cada uno de los
emiratos formados.[11]
Para Winston Churchill y T. E. Lawrence, los creadores
de dicha política, la idea de propugnar una sola dinastía en diferentes roles
de liderazgo en la región era llamativa por la condensación política que esta
oligarquía representaba. Los lazos familiares
jugaban el juego de la política a favor del imperio británico. Si la presión
imperial fallaba en una de sus esferas hashemitas, siempre se podía ejercer
presión en otra esfera con régimen hashemita para que la primera sucumbiera
ante el cabildeo imperial, sino tambien en aquel familiar que ayudase a que los
intereses del imperio británico se llevaran a cabo. Por ejemplo si Faisal de Iraq sabía que la
posición y hegemonía su padre Hussein como rey del Hijaz y la de su hermano
Abdullah como emir de Transjordania dependían de sus buenas relaciones hacia
los británicos y sus esferas de influencia; este sería más dócil con los
ingleses y sus políticas en la zona por el bien de sus familiares.[12]
En sus planes Abdullah, Mesopotamia representaba la
única oportunidad obvia de restaurar su prestigio, luego de la falta de
liderato que dejo entrever ante los británicos en la Primera Guerra Mundial
contra los turcos. Con tierras en el
creciente fértil, Abdullah salvaba su protagonismo en la historia del nacionalismo
árabe. Mientras Faisal reinara Siria,
aunque por un periodo corto, y su hermano mayor, Alí fuese el heredero del
reino del Hijaz.[13] Abdullah restauraría relaciones laceradas con
su padre Hussein desde el 1918, cuando este último criticó a Abdullah por
fallar al tratar de tomar posesión de la ciudad de Medina, comparándolo
desfavorablemente con los logros de Faisal.[14] Faisal y Hussein ambos negaron la
participación activa de la dinastía a Abdullah.
Esto aún cuando antes del 1917, Abdullah era considerado el más dinámico
y astuto de los hashemitas, antes de que sus fallos en la guerra lo
hundieran. Al futuro emir de
Transjordania lo tildaron de insubordinado ante los ingleses y de ser indolente
como adalid militar. Debido a su mancha
en la opinión política este no logró ser instalado como soberano del
Cairo.
Abdullah se tendría que conformar con tomar el emirato
de Transjordania mientras se decidia si era meritorio su instalación como
regente egipcio. Afín luego de la selección de Abdullah para reinar la zona de
Transjordania, los británicos estaban renuentes a apoyar al príncipe y para
julio de 1921 los asuntos transjordanos disiparon cualquier protagonismo de
abdullah en el Cairo. Tras la
intervención de Lawrence, el voto casi unánime por el cuerpo diplomatico
imperial británico para remover al
príncipe del territorio transjordano refrenaron. El nuevo emirato de Abdullah se mantenia
tambaleante, sostenido por agentes de la confianza del emir como Lord Samuel,
quien apreció el acto del emir de no hostilidad en contra del estado palestinoi
pro-judío, así como la tolerancia diplomática del soberano ante el movimiento
sionista del momento. Ya para noviembre
de 1922 la oficina de asuntos coloniales anunció la aptitud de Transjordania de
convertirse en un estado ‘soberano’ bajo la tutela del emir Abdullah. Sin embargo la oficina británica de Exterior
publicó su aprobación para mayo del 1923.[15]
Susser en sus escritos expone que los tres reinos
establecidos bajo la dinastía hashemita resultaron tener suertes
distintas. El reino de Hijaz probó ser uno efímero dentro del
desarrollo geopolítico de la región. El
príncipe Faisal en Irak tuvo mejor suerte; al ser puesto en un sector
multiétnico[16], el
reino de Irak. Según Susser, Faisal, con
la ayuda de la elite sunnita nacionalista iraquí, creaba el balance político
perfecto esperado por el imperio británico para estabilizar la zona. Irak se convirtió en el primer mandato
británico en lograr la independencia en 1930, uniéndose dos años mas tarde a la
Liga de las Naciones.[17] Faisal muere en el 1933, y la monarquía
sobreviviría unos veinticinco años más en medio de militarismo, golpe de
estados y violencia política. El fin del régimen hashemita en Irak termina en
julio de 1958, cuando la familia real es destruida en lo que Passer llama una
‘vulgar exhibición de fanatismo’.
Ironicamente, la dinastía hashemita logra una estabilidad
política en lo que Asher Susser llamó la más artificial de las tres monarquías
hashemitas, Transjordania. Transjordania
era un emirato desértico de característica tribal, sin ninguno de los recursos
que contaban los reinos de Hijaz e Irak.
Su población era mínima y no tenía un centro político definido.
Abdullah Al Hussein fue recibido por las minorías
circazas y cristianas, quienes desde el principio reconocieron al monarca como
legítimo líder político que erradicaría la anarquía existente de la
región. Los granjeros circazos de Amman
se veían en constante amenaza por los nómadas beduinos. Los Cristianos de Transjordania, como los
cristianos árabes en las áreas de Siria estaban a favor de una monarquía
hashemita. Abdullah apeló el sentimiento
de los futuros súbditos al mostrarse como una persona tolerante a la
cristiandad y al mismo tiempo un buen musulmán. [18]
Otros segmentos de la población, tanto nómadas como
residentes permanentes no estaban de acuerdo con lo que llamaban las
‘pretensiones de los foráneos’. Los
nacionalistas árabes entre los pobladores urbanos eran fervientes opositores al
reinado de Abdullah. Influenciados por
el istiglalis sirio-fugitivos
políticos del frustrado reinado de Siria del hermano de Abdullah, Faisal- se
convirtieron en “cínicos de una regencia hashemita”. Estos exiliados políticos sirios comenzaban a
tener una visión republicana de lo debía ser el gobierno árabe, rechazando todo
tipo de modelo monárquico impuesto.[19]
En la entrada a Transjordania, Abdullah tenía a su
disposición una fuerza militar de su entera confianza. Aunque la fuerza armada era ínfima,
satisfacía el requisito de controlar la oposición local. Abdullah suprimió la oposición tribal con el
menor esfuerzo militar y con el mínimo costo de recursos. La fuerza aérea británica ayudó con la supresión.
Las autoridades británicas comenzaron desde temprano en la década de los 1920 a
asegurar por medio de propaganda política la lealtad de los pobladores de las
aldeas. Como estrategia pro-monárquica,
los británicos accedieron la aprobación de títulos de propiedad de las tierras,
la garantía de derechos civiles, una valorización más alta del precio de las
tierras y sensatez en el sistema de impuestos. En unos años Transjordania se
transformó con toda autenticidad política en la “tierra del Emir Abdullah”
contrario a lo sucedido en Irak con Faisal y los hashemitas iraquíes.[20]
Abdullah escogió deliberadamente Amman como la capital
de su reino. El príncipe prefirió
empezar en la ciudad desde cero. Los
circasianos, leales a los hashemitas, eran la población mayor de Amman. En su fase inicial el régimen de Abdullah
dependía de extranjeros, recién llegados a Transjordania. Los extranjeros eran mayormente palestinos y
sirios istiglalis[21],
que migraron a las ciudades de Irbid y
Al Salt, desde la década de 1880 y a Amman, la capital, desde los
1920’s.[22]
En vez de ayudar la monarquía hashemita, los descendientes de los mencionados
grupos se convirtieron en una burguesía profesional que se opusieron al reino
de los ghuraba (extranjeros).[23]
La integración de las tribus y la Jordanización del
Estado.
Para mitad de la década de los 1920, Abdullah se
instala en la capital gobernando con la ayuda de los istiglalis[24]
sirios. Estos constituían un problema
para los mentores británicos de Abdullah, quienes no encajaban ni con las
tendencias nacionalistas sirias ni los sentimientos franco-fóbicos de los istiglalis. El soberano tampoco estaba satisfecho con la
ayuda de los desertores sirios. La idea
de deshacerse de este grupo resultaba eliminar un factor irritante en el joven
estado jordano. Para la década de 1930
se comienza a desplazar al grupo sirio y se reparte la burocracia política
local entre palestinos –conformando la elite de la administración real-,
jordanos[25] y
árabes no jordanos.[26]
En 1953 con la succession del rey Hussein de Jordania, hijo de
Abdullah, trajo lo que se llamó la jordanización de la burocracia del reino
hashemita. La jordanización fue la
continuación de la campaña de traer a los árabes jordanos, palestinos y
circasianos al control de la burocracia del reino hashemita de Jordania. Otro motivo fue la cuestión palestina con la
creación del nuevo estado de Israel.
Corto tiempo después de su entronización el Rey Hussein optó por cambiar
la vieja guardia de la administración gubernamental con nuevo talento jordano
joven. Se remplazaría la viaja burocracia con jordanos nacidos durante la
primera guerra mundial y provenientes de los centro urbanos del Banco Oriental.
[27]
Asher Susser expone que contrario a lo sucedido con su
hermano Faisal, Abdullah no tuvo que enfrentarse con un fuerte movimiento
nacionalista que debilitara su causa común con el imperio británico, la
creación de la monarquía hashemita con una política pública pro-británica.
Según Sasser la elite urbana en Transjordania no solo era pequeña pero también
una dividida en sus intereses. Estaban
los norteños de las ciudades de Irbid y Salt, así como los sureños de los
precintos de Kayak y Ma’am, siendo estos últimos favorecedores de la monarquía
hashemita. Añadidos a los roces
tradicionales entre los nómadas y los residentes permanentes, las luchas
internas entre las tribus nómadas y la mínima organización política, todos
estos factores facilitaban el reinado del emirato y la creación de un espacio
político estable para la monarquía hashemita.
En sus escritos Susser documenta
la existencia de un puñado de oposición siempre estaba presente entre segmentos
poblacionales de la burguesía educada de Salt y Irbid, que compartían los
sentimientos republicanos de Siria. Este
grupo, sin embargo, permaneció incapaz de influenciar los sentimientos
pro-monárquicos que vinieron con la ‘jordanización’ del estado y su eterna
protección por parte de la esfera de influencia británica.
Uno de los logros más significativos del reinado del
Emir Abdullah fue la pacificación, incorporación e integración de las tribus
nómadas a la maquinaria del estado. Este
fenómeno se obtuvo por medio de una perspicaz combinación de favores y coerción
de las mismas. Las rebeliones tribales
en contra del emirato durante los primeros años del estado de Transjordania
fueron efectivamente suprimidas por la guardia jordana con la ayuda de la
fuerza aerea real inglesa. Como explicó
John Bagot Glubb, ex-comandante de la Legión Árabe, la movilización de un
ejército moderno a la zona de Transjordania puso fin a cualquier ventaja
militar que pudiesen tener los beduinos nómadas.[28]
La lealtad tribal también fue comprada con
ofrecimiento de tierras, posiciones dentro de la burocracia del estado y
exenciones contributivas.[29]
Mientras la influencia del gobierno hashemita se difuminaba a través del país,
el régimen de Abdullah comenzó a tomar patrones de un ‘neo-patrimonialismo’. El
emir usó el poder que tenía en sus manos para dirigir el estado hacia sus
intereses personales y de aquellos que patrocinaban la monarquía.
“Abdallah's
rule “began to take on all the hallmarks of neopatrimonialism. He used the
power he had to … [direct] the flow of government resources to increase the
stature of those who supported him and to isolate and undermine those who did
not. “(Dodge, 6)
Generalmente Abdullah ofrecía los
favores políticos a las tribus mas poderosas e influyentes para facilitar la
retención de su preeminencia y a la misma vez ganar su apoyo.[30]
Sin embargo, la vía más efectiva de la integración de las tribus pudo ser
posible a través de la Legión Árabe. Los
eventos se transformaron a favor del estado, la tendencia fue que los nómadas
se integraron al eje monárquico hashemita.[31]
El proceso de integración tribal comenzó en la década
de 1930, cuando el Comandante John Bagot Glubb establece la Patrulla del
Desierto, una organización de la Legión Árabe para reclutar soldados
beduinos. El reclutamiento a dicha
legión se hizo atractivo para los hombres de las tribus beduinas, quienes de
por si sufrían de un estilo de vida considerado socialmente paupérrimos desde
la misma creación del estado. La
consolidación del gobierno central incrementó la carga de impuestos y
finalmente exterminó el flujo de dinero hacia las tribus. Los ataques de parte
de las tribus pro-Saudita, las rachas de langostas y las constantes sequías
mermaron los recursos agrícolas entre los años de 1929 y 1936 fueron factores
que indirectamente motivaron a los beduinos jordanos a aceptar servir en las
fuerzas armadas del estado.[32] La legión proveyo una estructuración militar
en donde acomodaba grandes cantidades de nómadas a la milicia, estableciendo un
sistema burocrático de las tribus con la monarquía hashemita.[33]
El servicio de los nómadas a la Legión Árabe creada
por el estado jordano contribuyó de manera decisiva a la transformación de las
tribus árabes en la zona a favor de la monarquía hashemita. A manera escalonada la lealtad hacia el
comandante de la liga significaba la lealtad al soberano. Fue el rey quien asumiría el manto de ‘sheik
de sheiks’ o el gran jefe supra-tribal.[34] Según Laurence Axelrod en sus escritos, los
reyes hashemitas del Jordán-Abdullah, Talal y luego Hussein-al trazar su
ascendencia directa hacia el profeta Mahoma, representaban no solo un papel
político entre las tribus, sino uno ceremonial-religioso como defensores de la
fe islámica; cosa que apelaba el sentimiento de lealtad de los soldados
tribales.[35] El enliste preferencial de beduinos al
comando consolidó la legitimidad de la monarquía hashemita por medio de una
relación quasi-obrero-patronal caracterizada por un eje tribal-monárquico.[36]
La simbiosis entre la monarquía hashemita y las tribus
beduinas reforzó su consolidación con la seguridad que ofreció la casa real al
darle a las tribus árabes, trato preferencial, prestigio dentro del estado y
estabilidad económica. Más aún el estado
comenzó una concienciación general de la importancia de las tribus beduinas en
la formación del estado jordano. La
administración real promovió una propaganda cultural de las tribus árabes como
“símbolo por excelencia” de una herencia jordana.[37]
La Legión Árabe, al contrario de otras fuerzas armadas
en la región, se fue de lento desarrollo militar, debido a su tarea de
convertir lo que el estado jordano consideraba aborígenes en oficiales
disciplinados de un ejército. En Egipto,
Siria e Irak fueron estos beduinos de arma blanca quienes llevaron a cabo las
revoluciones que acabaron con las monarquías o republicas impuestas y llevaron
al poder las dictaduras militares. Sin
Embargo, en Jordania el ejército seleccionaba cautelosamente el reclutamiento
de sus hombres, evitando una institución militar de carácter compulsorio. Esto se hizo con toda intención para mantener
a los leales a los hashemitas en las esferas de influencia tanto política como
militar. En vez de servir como aparato
revolucionario, las fuerzas armadas jordanas se le dio la tarea de ser el
activo mas poderoso del gobierno hashemita.
Hasta el 1950, la Legión estuvo en manos de oficiales británicos. En 1955, luego de una rápida expansión de la
legión con la guerra contra Israel de
1948, cientos de oficiales británicos se convirtieron en los comandantes de la
mayoría de los regimientos y otras formaciones mayores.[38]
La estructura de poder en la
monarquía jordana.
Según el autor Fathi en sus escritos en Layne, Las
estructuras administrativas que heredó el Rey Hussein contaban con suficientes
recursos para mantener el estado hashemita que tanto trabajo le costó al Emir
Abdullah construir. Los jordanos nativos
fueron elevados a los puestos más altos de la burguesía gubernamental, mientras
que el ejército pasó por un proceso de arabización. Esencialmente, la
estructura hecha por Abdullah y sus protectores británicos se mantuvo
intacta. Fathi expone que lo único que
cambió fue el volumen para satisfacer la constante necesidad de modernización
para contrarrestar en aquel momento al estado israelí.
El palacio real era el centro indiscutible de mando en
el gobierno. La estructura física era
relativamente compacta pero eficiente.
El rey no solo reinaba, sino que gobernaba desde el tope de una pirámide
de poder administrativo. El soberano
supervisaba toda política pública tanto de interior como de exterior. El ex-primer ministro Ayd- Al Rifa’i
caracterizaba la administración jordana como una ‘altamente personalizada’ en
donde toda decisión era tomada por el rey con el aval de sus consejeros y en
ocasiones, con la opinión del primer ministro y el gabinete. Era un hecho de la idiosincrasia política
jordana, según Rifa’i, que el mando
era unilateral de arriba hacia abajo sin influencia burocrática de ninguna
índole. El rey, de facto y jure era la
‘esencia unificadora’ del sistema. Sobre
Rifa’i, Fathi concluye que la
influencia del soberano hashemita copaba toda esfera del gobierno jordano.[39]
Aunque el reino hashemita de Jordania es de jure una
monarquía constitucional, el sistema jordano ha sido definido por varios
autores desde un ‘constitucionalismo controlado’ hasta una monarquía
absolutista.[40] Un balance constitucional de poder no existe,
todo está a favor del soberano.
El monarca es la cabeza del estado y directamente de
las tres ramas del gobierno-legislativa, judicial y ejecutiva. El rey también lleva el título de cabeza
suprema de las fuerzas armadas. Es la
prerrogativa del soberano de legislar u ordenar por decreto real. El monarca
nombra y quita los miembros del gabinete del gobierno arbitrariamente; así como
se reserva el poder de convocar, disolver y suspender el parlamento. El rey decide cuando y como son las
elecciones. Más aún, a discreción propia
el rey puede declarar el país en un estado de emergencia o instituir la ley
marcial. En abril del 1957, los partidos
políticos fueron prohibidos y se impuso una ley marcial por la Crisis de Zarqa[41]. En aquel momento la ley marcial se levanta a
finales del año del 1958, pero la prohibición de la política partidista estuvo
vigente por treinta y cinco años, hasta el 1992 cuando se erradica la política
publica del rey.[42] Según el autor Dann, el gabinete de gobierno
sirve mas como un brazo político del palacio que un cuerpo gobernante. Los miembros más importantes del gabinete; el
primer ministro, el ministro de interior y el ministro de información son parte
del consejo privado del soberano.
Cualidades como el liderazgo, valentía y las habilidades políticas de los monarcas
hashemitas en Jordán, en su mejor ejemplo, Abdullah I y Hussein, no pueden ser
ignoradas a la hora de analizar la historia política del banco oriental: Una
historia con características elitistas (tanto tribales como urbanas) de
cohesión para la preservación del patrimonio político hashemita. Después de todo eran estas elites; militares,
burócratas, políticos entro otros los que formaban la esencia del estado
Jordano. En contratiempos históricos del siglo XX: desde la influencia del
naserismo[43], el
nacionalismo palestino y el fundamentalismo islámico hasta la transición de
Abdullah a Hussein-el periodo de reino débil del rey Talal-la lealtad política
que se creo con las levas sociales y militares pro-monárquicas proveyeron a la
dinastía hashemita con una inmunidad política tanto estatal y regional que se
mantiene fuerte aun hasta hoy día.[44]
Según Uriel Dann la constante cooperación de la elite
del Banco Oriental fue nutrida con gran cuidado político. El rey invirtió un considerable esfuerzo y
habilidad para cautelosamente mantenerle equilibrio entre las diversas etnias
locales y el rol de la misma en el poder e influencia de la burocracia
real. Robert Satloff expone que estos
movimientos fueron fríamente calculados
nombramientos fueron tejiendo la pirámide de la administración jordana. Las posiciones dentro del gobierno incluyeron
retos geográficos como la representación tanto del norte como del sur del
territorio jordano, entre las tribus árabes beduinas-estas entre las levas
militares de las fuerzas armadas-así como los cristianos y circasianos en su
protagonismo en las influencias de poder.
Los autores señalan que lo relevante de todo esto es que el rey y la
dinastía hashemita estaban personalmente a cargo de esta planificación.
La estabilidad y la fidelidad de la elite burocrática
jordana se demostraron con destacamento en los dos años de transición de
gobierno entre el asesinato de Abdullah en julio de 1951 y la toma
constitucional de poder por parte del príncipe Hussein-luego rey- en mayo de
1953. El heredero de Abdullah, El Rey
Talal, sufría de enfermedad mental que lo refrenaba de tomar las riendas de
Jordania. Aunque el Rey Abdullah ya tenía un plan con sus consejeros reales más
cercanos para sacar a Talal de la línea de Sucesión, la súbita muerte de
Abdullah I dejó el problema del reinado de Talal sin resolver. Alec Kirkbide, consejero del rey Abdullah
planteó la situación en sus propias palabras:
“The small group of
political leaders, which the late monarch had gathered round the throne, firmly
held on to the reins of power, and while they were not friends amongst
themselves, they had the wisdom to see that their failure to pull together
could only bring harm to all concerned.”(Dann, 146)[45]
Luego de la muerte de Abdullah, el hijo menor de éste
Na’if trató de obtener el trono para sí, sin embargo Talal fue el escogido por
la elite hashemita y el consejo real de ancianos-compuestos por miembros claves como Ibrahim Hashim, Taefig Abu al-Huda y Samir al-Rifa y el británico
Kirkbride- para suceder a su padre.
Talal fue escogido por razones de planificación a largo plazo, pues
Talal era padre de Hussein que aunque en ese momento contaba con diez y seis
años se consideraba por la vieja guardia como el más prometedor sucesor al
trono hashemita. Una vez Talal toma el
trono, Kirkbride en sus memorias la inexorable sucesión del príncipe Hussein al
reino de Jordania.[46] Talal fue entronizado en Septiembre de 1951,
en este momento fue donde único el gabinete de gobierno tomó parte integral del
reino jordano; en menos de un año el primer ministro Tawfiq Abu al-Huda se
convirtió en el verdadero poder detrás del trono y maestro del escenario
político.[47] En agosto de 1952, el rey Talal fue declarado
incapacitado de reinar por su problema mental y removido a favor de su hijo
Hussein. El nuevo rey Hussein, era menor
de edad para el momento, y tuvo que esperar nueve meses para tomar el poder
cedido por su padre.
En el ínterin, el reino de Jordania por primera vez
estaba sin un monarca de facto, en donde se estableció un concilio de regencia
compuesto por Ibrahim Hashim de
Nablus, Sulayman Tuqan de Nablus y Abd al Rahman al Rashdat de Irbid, tres
jefes del territorio transjordano, los dos primeros de la elite del banco
oriental y el último palestino. El
concilio de regencia y el primer ministro al Huda gobernaron el país en el
momento de crisis institucional.
Sin embargo el vacío que dejaba la falta de un
soberano caudillista no afectó institucionalmente al estado jordano. Según Uriel Dann y Robert Satloff, el reino
hashemita estaba tan firme en sus ramificaciones que por naturaleza política la
burocracia administrativa aguantó la situación sin lacerar el orden de la
monarquía caudillista hecha por el emir Abdullah. Por el contrario la regencia probó que la
fundación elitista de jordana estaba más fuerte que nunca.
“that at a certain time
… the establishment could keep on top in the rough-and-tumble of domestic
challenges, without the Hashemite ruler as a continuous prime mover.”(Satloff,
15)
La clave de la capacidad del monarca y de su elite de
mantener la estabilidad del estado político residió en ayuda del ejército y los
órganos internos de seguridad, cuerpos que según dice Kirkbride son
supra-leales a la dinastía hashemita. Por otra parte los grupos árabes nómadas, los
beduinos-que constituían un rol central en el ejército-desarrollaron una
sorprendente lealtad y devoción al monarca como descendiente directo del
profeta Mahoma. Hussein, el nuevo
monarca estaba agudamente conciente de esta realidad socio-política en
Jordania, probando su eficacia en el futuro con incidentes políticos.[48]
Al entrar al poder, el rey Hussein se encargó del bien
estar de ejército y de las tribus beduinas que alimentaban el recurso humano de
este. El joven soberano mantenía
contacto constantemente, creándose una rutina.
Hussein no solo visitaba el ejército, sino también el seno de las tribus
árabes, expresando su identidad y responsabilidad con estas, así como con la
preservación de su cultura. Esta
simbiosis de corona-tribus se tornó tan fuerte que muchos analistas perciben la
cohesión del efecto estatista jordano con dicho fenómeno.[49] El rey, por ejemplo, elogiaba su humilde
ascendencia tribal, las tribus de Hashim
y de Quarysh “Las más nobles tribus
guardianas de la Meca, bendecidas por Dios y ascendientes del gran profeta”,
Hussein decía que el que lastimaba las tribus, lastimaba la monarquía y por
ende lastimaba al estado.[50]
Hussein invirtió gran energía en su ejército, aparte de tiempo y recursos. Creó una elite militarista, privilegiando a
los hombres de las fuerzas armadas. EL ejército
jordano tenía su propio programa de servicios de bienestar como hospitales,
vivienda, educación y alimentos; aparte de acceso privilegiado a las puertas de
palacio. Más aún, el rey fomentó un
sistema de camaradería entre el ejército y los oficiales de alto rango. La revista de guardia por parte del rey era
rutinaria.[51]
El estilo de gobierno.
Como regla general los hashemitas de Jordania solían
utilizar el pleno poder constitucional que tienen en sus manos. Usualmente este ejercicio requirió de
malabarismo diplomático, pues el soberano no quería públicamente ejercer mano
dura contra sus propios súbditos pero tampoco demostrar debilidad en la
política pública. La fuerza bruta se
llegó a emplear, pero siempre como último recurso. En una de las ocasiones del uso de este poder
ultra-constitucional lo fue la guerra civil del 1970 al 1971. La presencia de de una institución armada,
fida'iyyun[ii], en Jordania-muy parecida a hoy día
Hizbollah en el Líbano- afines de la década de los sesenta creó un organismo
con casi un gobierno propio que amenazó a la monarquía hashemita. Sin ningún reparo, el entonces Rey Hussein,
que conocía la magnitud de dicha crisis política, planifico durante dos años
una estrategia para destruir el fida'iyyun, su decisión de ordenar su exterminio fue planteaba precisamente por
la elite monarquista y los fieles al rey.[52]
El fida'iyyun fue
expulsado de Jordania, su infraestructura fue demolida, evitando que el
movimiento resurgiera. Aún contando con
la opinión pública a su favor, el rey, en declaraciones oficiales dejo claro
que su decisión era basada en el ejercicio de salvaguardar la ley y el orden
del estado y no era ninguna campaña en contra de los palestinos como tal.[53] El tiempo borró todo resentimiento de los
palestinos contra el soberano hashemita por la acción tomada. Una vez mas, explica Susser, la sobrevivencia
y fortaleza de la monarquía hashemita en Jordania fue producto de la diplomacia
y el tacto político de Abdullah I y Hussein.
Jordania no se ha desarrollado en una monarquía de miedo para mantener
el poder, de hecho, comparado con la mayoría de los estados árabes modernos, la
monarquía hashemita aparece como una liberal.
El fenómeno del Islam en Jordania.
Al sobrevivir todo tipo de tribulaciones de transición
política y sucesión, la prueba del radicalismo árabe, la militancia palestina y
los embates de la guerra con Israel no eran los únicos factores que retaron la
monarquía hashemita. La monarquía
durante el siglo XX ha confrontado problemas de índole religiosos, la
combinación del fundamentalismo islámico con la crisis socio-económica. El vacío ideológico dejado por la caída del
pan-arabismo ha sido remplazado en Jordania- como en otras partes del mundo
islámico-por dos procesos concurrentemente conflictivos: el entroncamiento del
estatismo territorial por un lado y por otro lado el levantamiento
fundamentalismo islámico.
La mayor oposición en Jordania ha sido transformada,
desde finales de la década de los setenta y a principios de los años de la
década del 1980, de una oposición árabe o/y nacionalista palestina hacia un
reto islámico, influenciado por la corriente shi’ita de la revolución iraní y
los enemigos de la estabilidad económica que ofrece el estatus quo del reinado
hashemita. A fines de la década del
1980, Jordania ha comenzado una lucha con el alto índice de desempleo entre
otras fallas socio-económicas desde los desbalances económicos el incremento
demográfico y la suficiencia de los recursos económicos del estado
jordano. La ayuda internacional, en
especial los estados árabes, se comenzó reducir luego de la perdida de las
guerras contra el estado de Israel; dando razones para que los grupos islámicos
extremistas convenzan a la población del reino que la devoción fanática a la
religión sea la solución a los problemas de Jordania.[54]
El régimen y los fundamentalistas islámicos han
logrado establecer de manera informal una convivencia. Sin embargo cuando el reto al estado estribó
desde la misma religión que profesa el estado, el secularismo de la monarquía
hashemita y el Islam se encuentran de frente como opositores ideológicos uno
del otro. Cabe aclarar que esta situación
se vio en Jordania como consecuencia de la hegemonía política de los ayatollas
shi’itas con la revolución iraní en
contra del Shah. Anterior a estos
eventos la religión islámica abrazaba la dinastía hashemita. De hecho, el Bethren[55]
musulmán en Jordania y el régimen fueron por décadas aliados políticos al
enfrentarse al secularismo naserista y del partido baath[56]
provenientes de los árabes socialistas en los mil novecientos cincuenta y en la
década de los sesenta. Tanto la
monarquía como los grupos religiosos de derecha percibían a los árabes socialistas
como amenaza al régimen. El escudo de la
monarquía lo fue la misma religión para lidiar con la ideología socialista
árabe. Cuando todos los partidos políticos fueron prohibidos en 1957, el
decreto real no fue aplicado al partido musulmán de Bethren, quien quedó como
el único grupo partidista en Jordania hasta 1992. Por lo tanto, nunca ha existido una mala
‘comunión’ entre el Islam y el régimen hashemita en comparación con los
regímenes socialistas seculares de Egipto, Siria y Algeria.[57]
Asher Susser en sus escritos en la revista Middle East Contemporary (MEC) señala
que la dinastía hashemita era genealógicamente pertinente al Islam, a
diferencia de los alawis[58]
de Siria. Todo lo contrario, el régimen
monárquico siempre resaltó la virtud de la casa real de ser ascendientes del
profeta mahoma. De hecho la elite de
gobierno usaba como instrumento de manipulación de la opinión pública la
ascendencia del rey hashemita con el profeta Mahoma siempre proyectando la
dinastía real hacia el legado de una rectitud religiosa ejemplo a seguir en los
súbditos. Este lazo genealógico, a
manera irónica daba la licencia a los monarcas jordanos de manejar una
occidentalización y secularismo dentro de la institución.
Mas aún, Susser expone que un factor determinante de
cómo se ha manejado la convivencia de la religión y el régimen hashemita en
Jordania es el desplazamiento de poder político hacia el monarca. La monarquía, siempre ha estado confidente en
sus esferas de poder dentro de Jordania, ante el ojo público se ha refrenado de
usar el mismo como instrumento de represión para contender cualquier tipo de
fanatismo religioso con propaganda de cambios políticos y socio-económicos a
favor de un proceso de democracia por-monárquica.
El
primer ejercicio democrático en Jordania, hecho para contrarrestar el poder
político que pudiese representar el fanatismo musulmán fue el de las elecciones
parlamentarias del 1989, un evento muy bien controlado por el régimen
hashemita. La constitución de 1991
aprobó el multipartidismo y la libertad de prensa, que se usan por el fenecido
rey Hussein como instrumentos políticos para asegurar la superioridad de la
monarquía y el estatismo profesado por ésta.
La democracia supervisada por el régimen sirvió como la mejor arma en
contra de las repercusiones políticas de la región dejadas por la revolución
del Ayatolá Ruyollah Khomeini en Iran
en contra de la monarquía pro-occidental del Shah.[59]
El
proyecto de democratización de Jordania condicionado a los intereses de la
corona no fue elemento para esconder dentro de palacio. El rey Hussein y su hermano el príncipe
Hassan actuaban explícitamente al demarcar las fronteras del experimento
democrático. El rey explicó que la
democratización era “una manera de garantizar la estabilidad de los hashemitas”
en un momento de crisis doméstica prolongada.
“They explained that
democratization was a means to “guarantee the stability of the Hashemite Kingdom ” at a time of prolonged domestic
crisis. Political pluralism and openness were the “safety valve in Jordan ,
” and democracy was “one of the most important pillars of national security. ”
Nobody would be permitted “to exploit democracy to liquidate it. ” Pluralism
and tolerance were the antithesis to Muslim extremism, whereas Jordan
rejected “intellectual terrorism and [had] never condoned violence, fanaticism,
malice, and anarchy, ” having opted for “tolerance with firmness that [could]
best ensure security. ” (Susser, 451)
Susser
expone que ante los ojos de tanto el régimen como los islámicos de derecha, la
democratización no era ni un activo ni una virtud, solo un instrumento para
refrenar cualquier intento de amenaza ideológica a corona hashemita. Para el rey el proceso era otro mecanismo de
control. Mientras que para la derecha
islámica era una válvula de escape que permitía hablar su postura ante el foro
público y su influencia sin una confrontación vis a vis contra palacio. Una confrontación que de haberse dado, la
derecha islámica, dice Asher Susser, perdería.
Conclusión
La monarquía ha contendido con una variedad de retos
domésticos para poder subsistir. La
monarquía hashemita logró resolver los problemas políticos que envolvieron las
decisiones y el protagonismo del mismo monarca, la amenaza del socialismo árabe
nacionalista y las levas militares palestinas.
El uso de fuerza y represión salvaron la estabilidad del estado jordano
y más relevante al régimen hashemita. La
estructuración de una burocracia pro-estatista, la militarización de los
marginados creando levas militares que juraran lealtad a la figura del rey y la
inclusión de las étnias hicieron que Transjordania, luego Jordania se
convirtiese en el único reino hashemita que sobrevivió la inestabilidad
socio-política de la zona del Medio Oriente.
Los
problemas para los hashemitas en Jordania no se han terminado, pero los
reinados de Abdullah I y Hussein dejan un legado caudillista que actúa
políticamente centrípeta alrededor de su majestad, el descendiente de
Hashem. La hipótesis se prueba; la
manipulación de una sociedad de tipo anárquica resultó en la victoria política
y la creación de un estado en el territorio transjordano.
Glosario
Alawis: grupo religioso prominentemente sirio, cuya etimología
viene de Alí, yerno del profeta Mahoma
Bethren: Sociedad política de derecha
que representa la religión y el sharia islámico en Jordania.
Circasiano:
grupo étnico del norte del caucazo, y que fueron expulsados del área por los
rusos en la década de 1860. Estos
conversos al Islam desde hace 400 años, se refugiaron en Turquía, Palestina y el
área mesopotámica.
fida'iyyun: Movimiento palestino radicado en Jordania
para reclamar la libertad palestina del estado Israelí.
Istiglalis: sirios fugitivos políticos del frustrado
reinado hashemita de Siria que luego se revelaron contra el régimen francés.
Mashrig: area que comprende
Siria, Palestina, transjordania, Iraq, y entrando la península arabiga hacia la
Meca y Medina.
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Apendice I
Mapa Demográfico de
Jordania.
Apendice II
Apendice 3
Glosario
Alawis: grupo religioso prominentemente sirio,
cuya etimología viene de Alí, yerno del profeta Mahoma
Bethren: Sociedad política de derecha
que representa la religión y el sharia islámico en Jordania.
Circasiano:
grupo étnico del norte del caucazo, y que fueron expulsados del área por los
rusos en la década de 1860. Estos
conversos al Islam desde hace 400 años, se refugiaron en Turquía, Palestina y
el área mesopotámica.
fida'iyyun: Movimiento palestino radicado en Jordania para
reclamar la libertad palestina del estado Israelí.
Istiglalis: sirios fugitivos políticos del frustrado
reinado hashemita de Siria que luego se revelaron contra el régimen francés.
Mashrig: area
que comprende Siria, Palestina, transjordania, Iraq, y entrando la península
arabiga hacia la Meca y Medina.
[1] Asher Susser and Aryeh Shmuelevitz (eds.), The
Hashemites in the Modern Arab World: Essays in Honour of the Late Professor
Uriel Dann(London: Frank Cass, 1995), pp. 1-5
[2] The Hashemite Dynasty, 28 Aug. 2006
<http://www.kinghussein.gov.jo/hash_intro.html>
[3] Duncan Parrish, "The Hashemites," New Statesman 29
Jan. 1999: 14, Questia, 28 Aug. 2006
<http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=5001241303>.
[4] Timothy J. Paris, Britain, the Hashemites, and Arab Rule, 1920-1925:
The Sherifian Solution (London :
Frank Cass, 2003) 9, Questia, 28 Aug. 2006
<http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=108513693>.
[6] El Mashrig árabe es
el area que comprende Siria, Palestina, transjordania, Iraq, y entrando la
península arabiga hacia la Meca y Medina.
[7] Joseph Kostiner, ed., Middle East Monarchies: The Challenge of
Modernity (Boulder , CO : Lynne Rienner, 2000)
[8] Pablo Hermandez.
Seminario Doctoral. Islam en el Siglo XX. Universidad Interamericana de Puerto Rico,
Recinto Metropolitano. 2006.
[9] Asher Susser, "7 The Jordanian Monarchy: the Hashemite Success
Story," Middle East Monarchies: The Challenge of Modernity, ed.
Joseph Kostiner (Boulder , CO : Lynne Rienner, 2000) 88
[11] Timothy
J.Paris, Britain ,
the Hashemites, and Arab Rule, 1920-1925: The Sherifian Solution (London : Frank Cass, 2003)
363, Questia, 9 Oct. 2006
<http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=108514047>.
[14] Vickery, Intelligence
and Political Reports, 26 October-21 November 1919, and 1-11 December 1919,
ARBUR Papers, FO 882/20, pp. 208, 228. en Paris Op. Cit
[15] Timothy
J.Paris, Britain ,
the Hashemites, and Arab Rule, 1920-1925: The Sherifian Solution (London : Frank Cass, 2003)
363, Questia, 9 Oct. 2006
<http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=108514047>.
[16] Iraq era un área
multiétnica compuesta de las ramas islámicas de los sunni, shiitas, judíos,
asirios cristianos entre otros.
[17] IBID. 92
[18]Kamal Salibi, The Modern History of Jordan (Londres: I. B. Tauris,
1993), p. 85.
[19] Ibid., pp. 85-86.
[20] Michael Fischbach, -British Land Policy in Transjordan,- in Eugene Rogan and
Tariq Tell (eds.), Village, Steppe, and State: The Social Origins of Modern Jordan (London: British Academic Press,
1994), pp. 80-81; Salibi, The Modern History of Jordan , p. 49.
[21] Véase
glosario.
[22]Salibi, Op. Cit. pp. 98-99.
[23] Ibid., p. 106; Mary Wilson, King Abdallah ,
Britain , and the Making of Jordan (Cambridge:
Cambridge University Press, 1987), pp. 64-65.
[24] Véase glosario.
[25] Los jordanos religiosamente se
component de cristianos en un siete por ciento y el resto en musulmanes
[26] Jaseer Aruri , Jordan : A Study in
Political Development, 1921-1965 (Ann Arbor: University of Michigan
Microfilms, 1967), p. 82.
[27] Paul Kingston, “Breaking the
Patterns of Mandate: Economic Nationalism and State Formation in Jordan ,
1951-1957,” in Rogan and Tell, Village, Steppe, and State, pp. 187-216.
[29] Toby Dodge, An Arabian Prince,
English Gentlemen, and the Tribes East of the River Jordan: Abdallah and the
Creation and Consolidation of the Trans-Jordanian State, Occasional Paper
13, Centre of Near and Middle Eastern Studies, School of Oriental and African
Studies, University of London, 1994, p. 4.
[30] Ibid. p.21
[31]Riccardo
Bocco and Tariq Tell, “Pax Britannica in the Steppe: British Policy and
the Transjordan Bedouin”, in Rogan and Tell, Village,
Steppe, and State, p. 108.
[34]Fathi , Jordan , pp.
96-97, 127; Linda Layne, “Tribesmen as Citizens: 'Primordial Ties' and
Democracy in Rural Jordan,” en Linda Layne (ed.), Elections in the Middle
East: Implications of Recent Trends (Boulder: Westview Press, 1987), p.
128.
[35] Axelrod, Laurence “Tribesmen in
Uniform: The Demise of the Fida'iyyun in Jordan , 1970-1971” Muslim World,
68, no. 1 (1978), p. 44
[37]
Linda Layne, Home and Homeland: The Dialogics of Tribal and National
Identities in Jordan (Princeton:
Princeton University Press, 1994), p. 103.
[38]James
Lunt, Hussein of Jordan :
A Political Biography(London: Macmillan, 1989), p. 13; Dann, King
Hussein, p. 32
[39] Fathi, Schirin H. Jordan: An Invented Nation? Hamburg : (Deutsches Orient-Institut, 1994.) p.
125.
[41] En Zarqa, los beduinos enlistados se
rebelaron contra sus comandantes, actuando insubordinadamente tomando por la
fuerza las comandancias declarando que su propósito era con detruir la
monarquía.
[42] Asher Susser, On Both Banks of the Jordan : A Political Biography of
Wasfi al-Tall(London: Frank Cass, 1994), pp. 176–177
[43] Movimiento secularista árabe con el
caudillismo del adalid Nasser.
[44]
Uriel Dann, “Regime and Opposition in Jordan Since 1949, ” in Menahem
Milson (ed.), Society and Political Structure in the Arab World(New
York: Humanities Press, 1973), p. 146
[45] Ibid., p. 175.
[46] Satloff, From Abdallah to Hussein, pp. 15–16.
[47] Ibid, pp. 13–72.
[48] Satloff, Op. Cit, p. 168.
|
[51] Samir Mutawi , Jordan in the 1967 War
(Cambridge: Cambridge University Press, 1987), p. 16.
[52] Susser, Op cit. pp.
136–138
[53] Ibid., p. 141
[54] Fouad Ajami, “The End of Pan-Arabism, ” Foreign Affairs, 57
(1978/79), pp. 355–373.
[55] Véase
glosario.
[56] Partido
secular socialista nacionalista árabe.
[58] Véase
glosario.
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