Sunday, November 30, 2014

Historiografia Universal; Un ensayo sobre la historia de la historia.

¿Cuándo realmente comienza la historia? ¿Cuándo se escribe, quién escribe o escribió la historia?  ¿Es científica o es relativa?  Entre estas preguntas recae lo que se puede llamar la historia universal.  Amparándome en un pl3weonasmo, tengo que decir que la historia tiene su propia historia.  Es una evolución y un desarrollo de cosmovisiones que se repiten cíclicamente.  El propósito de este w3ew44 analizar, en orden cronológico, el desarrollo histórico y analizar la dinámica de sus perspectivas.  Pero antes de el$÷e$÷zqw@÷eq#÷°~wqwqwqZee$los se definirán źdeźvarios términos importantes wwqscomo por ejemplo, historia, hiseeee3toriografía, y w1a filosqqq1qwofía de la ²2.2Qďe÷
swa Brinkley que definir la historia y su objede2eeto de estudio es un acto prácticamente imposible debido a la multiplicidad de significados que posee, dependiendo cada uno de ellos a diferentes épocas y contextos sociales. Incluso varía según la ideología de cada2wwwwwwww individuo. Por lo que, grosso modo aquí intentaremos definir algunas de las visiones más comunes sobre el significado de esta palabra.  Las siguientes páginas ayudarán al lector a tener una visión detallada de lo que es historia.  Por ejemplo, en la antigüedad, la historia era tomada como un acto de investigación, inquirir, indagar, siendo su principal figura Herodoto. Constaba en referir, comprender y analizar los eventos pasados vividos por los autores. Sus dos fuentes principales eran: lo que vieron y lo que vieron otros y contaron.
No acudían a fuentes anteriores ya que no era frecuente la escritura de esos acontecimientos, además de que las existentes eran poco confiables. Para el mundo grecorromano en esta definición se referían a eventos de pasado muy reciente y lo anterior no era historia, sino anticuaria.  Ya en la edad media, el objeto de estudio serían los acontecimientos pasados remotos y recientes, muchos de ellos en forma de relatos que trasmiten conocimiento de esos hechos. Su definición podría ser “conjunto de acontecimientos pasados que expresan los conocimientos e investigaciones de los autores”.
No surgen grandes cambios sino hasta el siglo XIX cuando a la historia se toma como disciplina científica, siendo Leopold von Ranke el padre de la Historiografía científica y el responsable del estudio de la materia en las Universidades.  En el siglo XX es cuando comienza la enseñanza de la historia como ciencia y nace bajo el nombre de Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Berlín. En otras Universidades se dictaba en otras cátedras, como ser Humanidades, Ciencias Sociales e Historia y Geografía, no es hasta avanzado ese siglo que se toma la historia como disciplina única.
Respecto a la definición de historiografía, Estrada lo define como el estudio del conjunto de textos que tratan temas históricos, que consiste básicamente en analizar las fuentes utilizadas por los autores y el método que han seguido en su trabajo.  Mientras que Ocaño lo define como el relato de la sucesión de hechos acaecidos, sin explicación con las relaciones económicas y de poder.  La historiografía se relaciona con la de las artes y las razones son válidas pues las diferencias no son sólo de estilo, sino que corresponden a sistemas de valores, ideas y principios que se sustentan a su vez en otros órdenes de la realidad social.  Explica Ocaño que la historiografía manierista se diferencia de la clásica o renacentista, estando la renacentista rigurosamente centrada en la historia, de estructura equilibrada y lenguaje armonioso y claro, mientras que la manierista se distingue por su fusión de lo imaginario con lo real, su estructura  rebuscada y su lenguaje artificioso y oscuro. Se distingue también de la historiografía del barroco, caracterizada por la contrarreforma católica y de clara finalidad religiosa, por su relativa irreverencia, su búsqueda del adorno y sus alardes de ingenio y creatividad.  Mientras que la RAE lo define como escribir: (el que escribe, o describe, la historia) es el registro escrito de la historia, la memoria fijada por la propia humanidad con la escritura de su propio pasado; ciencia de la historia.
Mientras que Martínez reseña que la historiografía se ocupa del análisis de la historia escrita, las descripciones del pasado; específicamente de los enfoques en la narración, interpretaciones, visiones de mundo, uso de las evidencias o documentación y métodos de presentación por los historiadores; y también el estudio de estos mismos, a la vez sujetos y objetos de la ciencia.  La historiografía, más llanamente, es la manera en que la historia se ha escrito. En un amplio sentido, la historiografía se refiere a la metodología y a las prácticas de la escritura de la historia. En un sentido más específico, se refiere a escribir sobre la historia en sí.  También se utiliza el vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una nación.   Según Martínez la reflexión sobre la posibilidad o imposibilidad de un enfoque historiográfico objetivo lleva a la necesidad de superar la oposición entre objetividad (la de una inexistente ciencia "pura" que no se contamine con el científico) y subjetividad (implicada en los intereses, ideología y limitaciones de éste) con el concepto de intersubjetividad, que obliga a considerar la tarea del historiador, como la de cualquier científico, como un producto social, inseparable del resto de la cultura humana, en diálogo con los demás historiadores y con la sociedad entera.
Respecto a la filosofía de la historia Gallego establece que ésta es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo y las formas en las cuales los seres humanos crean la historia. Puede, en algunos casos, especular con la existencia de un fin u objetivo teleológico de la historia, o sea, preguntarse si hay un diseño, propósito, principio director o finalidad en el proceso de creación de la historia.  Las preguntas sobre las cuales trabaja la filosofía de la historia son muchas, ya que se trata de una materia compleja. Algunas de estas preguntas son, por ejemplo:  ¿cuál es el sujeto propio del estudio del pasado humano? ¿Es el individuo? ¿Son las organizaciones sociales, la cultura, o acaso la especie humana por entero? Yendo aun más allá de estas preguntas clásicas, algunos filósofos modernos han introducido un nuevo concepto, sosteniendo que la historia ha dejado de ser el estudio de unidades, de hechos, pasando a ser el estudio de una compleja totalidad, que comprende no sólo las acciones humanas pasadas y sus consecuencias visibles, sino que incluye un sinnúmero de factores en su contexto, como las relaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las motivaciones particulares, y, tal vez el factor más recientemente incorporado y que más ha revolucionado este campo de la filosofía, es el de los pensamientos, acciones, relaciones y motivaciones de aquel individuo que escribe la historia, esto es, del historiador. Como escribió Carr en su libro ¿Qué es la historia? “solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él decide a qué hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo”.
Según otra concepción, la de Collingwood, por ejemplo, precedido también por Croce, quienes sostienen que el pensamiento de los agentes históricos es un concepto fundamental de la investigación histórica, y que por lo tanto en la filosofía de la historia caben las preguntas:  ¿Hay algún tipo de pautas que puedan encontrarse a través del estudio del pasado humano, por ejemplo ciclos o idea de progreso?, o ¿Acaso no hay más pautas o ciclos que los que creemos ver? ¿Existe el progreso y su antítesis en la historia? ¿Cuáles son, en tal caso, sus respectivas direcciones? y ¿Cuál es la fuerza directriz de ese progreso, de existir?
Definidos y explicados estos términos continuamos con el ensayo señalando que es importante reconocer que las cosmovisiones cambian en las épocas, al igual que la interpretación histórica.  La historia universal es aquella que comienza como punto de partida en Grecia con el Padre de la historia, Herodoto.  Si nos basamos en una visión racionalista, en algunas épocas determinadas la historia se convierte en una mítica.   Sin embargo, no deja de ser una interpretación de aquellos que la recopilan.  Un factor determinante en la historia lo es la escritura, poder documentar y digerir bajo la percepción humana una cosmovisión de un suceso o lugar en particular, en un momento en particular.  En este punto estriba la historia de la prehistoria, la historia comienza con hechos escritos, es decir la historia universal.  Es por ello que la Dra. Vargas, en su cátedra, condena a aquellas personas que definen la historia desde el origen del ser humano.  
Herodoto y Tucídides se pueden disputar la paternidad de la historia. Sin embargo es a Herodoto a quien, por veredicto historiográfico, se le atribuye dicha paternidad.   Herodoto abrazaba la historia como parte de una mítica en la que participaban tanto humanos como dioses de la religión politeísta griega. Su mayor propósito era el de plasmar las memorias de los griegos y los persas, a quien llama “bárbaros”.  Según Jaime, la palabra bárbaro “deja entrever la visión greco-centrista de Herodoto, se glorifica al griego como sucesor de los sabios egipcios”.  Herodoto es el padre de la historia “porque  fue el primero que documentó sus viajes y experiencias durante la época de las guerras médicas”[1].  La historia según Herodoto es cronológica y está sujeta a las “once varas” del fechado. Este patriarca histórico recorre Italia, Egipto y la región del Medio Oriente.  Llegó a conocer las ciudades de Tiro, Susa, Niniveh, Ectabana y Babilonia; conglomerados ricos de la civilización mesopotámica. Los acontecimientos se sitúan según los sucesos a través de la historia.  ¿Por qué?  Porque en estos mismos viajes Herodoto visita la cuna de la civilización y recoge una visión de los  imperios caídos de Mesopotamia; los caldeos, el voraz imperio asirio y el longevo estado persa.   Herodoto, al darle un toque mítico a la historia, integra la influencia de la mitología religiosa que se establecía en su cultura.  Aparte de mítica, Herodoto consideraba a la historia como protagónica, es decir se mira a través de personajes heroicos.
El otro patriarca, Tucídides es el primero que le da a la historia un método crítico.  Escribe su obra tratando de explicarla como el producto de las acciones de los hombres. Su posición como estratego procedente de una familia aristocrática y sus conocimientos de política no le permitieron dejar al margen de su historia su propia opinión sobre todo lo que envolvía ésta y sobre ella misma. Una tendencia del espíritu filosófico y político ateniense de la época es la preocupación por el presente, de ahí el giro total de la concepción histórica de Tucídides. Tucídides deja entrever que la historia surge como parte de una causa y un efecto, esto en términos de cosmovisión de su época y su entorno.  Para la cosmovisión antigua, la cronología es sumamente importante.
Para entender la visión griega de la historia hay que entender la creencia antropocéntrica de los griegos, una visión en donde la estética es más importante como atributo que una virtud.  La cosmovisión greco-romana es una de carácter cíclico, en donde la reencarnación de las almas en diferentes cuerpos se da.  Vargas expone que la cremación del cuerpo en ritos funerales es para liberar el alma. Se cree en la predestinación, es decir, la persona venía a éste mundo para un propósito y ya antes de nacer los dioses sabían que iba a pasar. Dicha continuidad se establece con un patrón cíclico, donde el alma deja el cuerpo y renace en otro ente.
  El hombre era una marioneta de los dioses. Para los griegos, sus dioses padecían de los aspectos humanos.  Eran seres caprichosos y juegan con el destino del hombre aparte de tener características de continuidad. El hombre duraba el tiempo que determinaban los dioses.  En la visión helenística de una historia la virtud de una persona era su heroísmo, su honor, aquél que más mataba en una guerra, aquel que daba honor a las pasiones del hombre.  De hecho, en la mítica greco-romana se exaltaban figuras como Heracles, Perseo, Aquiles y Paris, éstos explotaban las pasiones humanas y eran los que míticamente se llamaban semidioses-mitad humano, mitad divinidad.  Por ende el heroísmo en el pensamiento antiguo era parte de sus loas virtuosas. 
 El autor más destacado en la Roma imperial es Polibio.  Polibio llega a convertirse en el historiador más sobresaliente de la época.  Nos deja el legado de su obra, Historia Universal, con un trastoque nacionalista romano.  Es decir cuando el Profesor Oquendo (P.U.C.P.R) estipula en su cátedra sobre la historia contemporánea que el nacionalismo comienza en el siglo XIX con la unión italiana y el movimiento de la carbonería, su argumento es debatible ante el enfoque histórico polibiano.  Según Vargas, concurriendo el Dr. López Domínguez en su cátedra sobre la teoría política antigua, Roma se destaca por la jurídica y el constitucionalismo.    
Antes de ver un desarrollo y transición de la historia universal, el aspecto mítico-protagónico que engendra sus padres clásicos perdura hasta la época medieval.  Los datos históricos se entretejían con la religión; cosa que los historiadores del presente deben saber percibir, detectar y sobre todo aceptar.  La caída de Roma marca el principio de la Edad Media.  La historia en la época medieval se destaca por el famoso papel teocéntrico.  Es decir, la mítica cambia de una visión politeísta a una visión monoteísta.  Se basa en la absorción de Roma helenística a un imperio cristiano.  Para entender el manejo de la historia en la edad oscurantista, hay que analizar el cristianismo papal.  La visión histórica como interpretación mítica no cambia, solo que en vez de un punto de vista de los lujuriosos dioses  del Olimpo, se tiene la imagen de una energía, tres en una, la santísima trinidad.  Estamos escrutiñados por un dios perfecto que demanda control y sacrificio.  Según Riestra para San Agustín la verdad era Dios, es decir la epistemología culminaba con el conocimiento del cristianismo.  Esto, según Vargas se convierte en una visión lineal de la historia, ya no hay predestinación ni reencarnación.  El hombre es concebido por Dios y es terminado por la voluntad divina.  Sin embargo, Dios le da al hombre libre albedrío, o en otra terminología un progresismo.  Lo que haga el hombre no es culpa de Dios, pero debe rendirle cuentas en el juicio final.
En la época medieval la historia va a tener un enfoque micro-histórico.  No es sobre la gran nación Romana y el patrón de los imperios como lo estipula Polibio.  Ahora va a ser todo sobre la historia de una ciudad de un estado o de una persona.  El mejor ejemplo son las Confesiones de San Agustín, en donde se documenta la vida de éste personaje y como llega a la verdad, es decir Dios.  Como esta escrito en la catequesis cristiana la visión de la historia se rige Cristo, que es Dios, el alfa y el omega (principio y el fin).  La reencarnación griega se sustituye por la resurrección, es decir la glorificación del cuerpo después de la muerte y la vida eterna.  Se generaliza en la historia, es decir no se piensa en una persona si no se piensa colectivamente. Tanto es así que Vargas denota que las confesiones eran públicas.  El individualismo solo se usa para resaltar la humillación del pecador arrepentido y expurgar su maldad.   La historia no estaba secularizada, pues era prisionera del papado, el líder espiritual y temporal según la visión de la época.  Es importante destacar que aunque la historia era controlada por la mítica cristiana, no devalúa la misma.  Santo Tomás de Aquino es otra figura importante en la época antigua, prueba que Dios existe estableciendo cinco pruebas deductivas.  Todo conocimiento es externo y proviene del conocimiento de lo divino.  El dios trino cristiano se convierte en la fuente del conocimiento y la verdad histórica. 
Es importante destacar que el pensamiento teocéntrico cristiano de la época medieval denota el perennialismo del alma del hombre, es decir el alma trasciende, pero el cuerpo se queda en la tierra.  Visto desde el punto de la física clásica, el cuerpo es solo una materia que ocupa un tiempo y un espacio.  En la época medieval impera un estoicismo que llama al controlar la naturaleza del hombre, ya no se glorifica esa naturaleza humana impulsiva que glorificaban los antiguos pensadores.  Dios manda al martirio, al sacrificio para lograr una virtud.  Es decir, hay que imitar a Cristo, el Hijo de Dios.
Como antesala al Renacimiento, Dantes describe en su Divina Comedia la historia del estado de Florencia de manera crítica a su realidad.  Desde la época medieval Dantes despuntó rasgos renacentistas de la historia.  Como ejemplo de un nuevo giro al antropocentrismo Dantes se hace personaje de su propia obra.  Según Vargas, concurriendo con la Dra. Ortiz, el renacentismo se marca con la caída de Constantinopla y el descubrimiento de un “nuevo mundo.”  Aunque no se puede precisar tan marcadamente una época de otra, estos patrones siguen la historia universal establecida.  En el Renacimiento se enardece la razón.  Desde un punto de vista epistemológico, ya no se da el conocimiento por la teoría de la revelación, si no que se utilizan patrones científicos.  Es decir lo mítico, lo religioso lo teocéntrico se aparta.  En el Renacimiento, la historia se amolda a los patrones científicos clásicos.
            Según Riestra, “el Renacimiento destaca el racionalismo o el uso de la razón declinando los rasgos míticos de una verdad revelada por un dios o dioses”.  El conocimiento se comienza a dar por una teoría empírica centrándose en la capacidad del ser humano de investigar.  El renacimiento le devuelve el poder del conocimiento al individuo, es decir se erradica el oscurantismo medieval.  En esta época histórica la “objetividad” es el norte de la cosmovisión histórica.  ¿Cómo aparece la objetividad?  Usando un método científico, observando investigando y probando.  La verdad no se busca por una intuición o por una lógica, la verdad hay que probarla.
            Un ejemplo de esto es la Reforma Protestante; según Martín Lutero, el disidente usa la razón para decir que “el ser humano es de por sí malo, y nada puede hacer para lograr su salvación”.  La visión católica de las obras para ganarse el cielo es anulada según Lutero.  Es decir Lutero en una visión antropocentrista, exonera al hombre de aquel autocontrol y aquella imitación a Cristo.  Lutero expuso que “Cristo, al ser verdadero hombre también era verdadero Dios; el hombre no puede tener el control que Cristo tenía, por consiguiente el hombre se salva por gracia divina”[2].
La característica del renacimiento es la secularización, es decir, el hombre se convierte en el “hacedor y actor” en la historia.  Éste rasgo es lo que hizo Dantes en su Divina Comedia para ser considerado antecesor renacentista.  El hombre es el responsable de la historia, no un ser divino. La historia es tomada por los laicos y se desarrolla en lo que se llama el Humanismo.  Según Petrarca el motor de la historia es el humanismo.  El humanismo se define como la historia vista por un proceso y una teoría causal, las cosas pasan por unas causas ineludibles que llevan a unos efectos en sus eventos.
Para entender esta nueva perspectiva histórica es necesario entender a Newton, el padre del cálculo mecánico.  Newton, con su Ley de Gravedad, define el universo a través de unas leyes o preceptos, estableciendo una parte mecánica en la academia. Las leyes de Newton establecen un orden mecánico del mundo, un todo ordenado armonioso que pone a un ente divino como arquitecto del universo. El Riestra le atribuye este mecanicismo al pensamiento realista, mientras que Vargas explica rastros inductivos en esta cosmovisión de lo existente como una gran maquina.  Newton influye en Maquiavello que entonces ve la historia de manera mecánica e ineludible por medio de los procesos políticos.  La importancia de Maquiavello como personaje historiográfico es que crea la historia política dentro de la cosmovisión descartiana.  A diferencia de Polibio, Maquiavello no establece una mítica resaltada por la política, pero usa la política como herramienta humanista de la historia.  Por ende, en su cosmovisión histórica el humanismo depura, filtra lo mítico de los acontecimientos.
Un evento importante para entender la trascendencia histórica y su cambio metafísico es la revolución francesa.  Según Vargas es el punto culminante del humanismo mecánico.  Vargas enfatiza la cosmovisión ilustrada como eje de la revolución, mientras que Oquendo difumina este mecanicismo como una de las muchas causas de la revolución.  Que comienza por una convocatoria a los Estados Generales[3] de Francia en medio de una tensión social por un déficit económico.  Mientras los pobres pasan hambre, los nobles siguen una vida de banalidades, exentos de impuestos.  Todo culmina con la entronización de un patético noble corzo como un emperador autoproclamado que convierte a Francia en una nación revisionista que acaba con la hegemonía europea.
El revuelo francés provocó en Europa un efecto chocante, Francia, la hija mayor de la iglesia, se convierte en un estado prácticamente ateo.  Se cierran las iglesias y ocurre lo que muchas personas no esperaban: La separación de la religión y el estado.  Aún con todas las aportaciones de estos hechos, como la reaparición de un código civil (el código napoleónico) el paradigma francés crea un trauma en la cosmovisión historiográfica.  Se reacciona con una visión de repudio hacia la ilustración humanista del Renacimiento.
Según Vargas la época moderna comienza con la culminación de la revolución francesa.  Sin embargo los historiadores Ortiz y Oquendo estipulan que la historia después de dicha revolución, hasta el siglo XX inclusive, se denomina como la época contemporánea.  El siglo XIX es uno lleno de cambios y demarcaciones historiográficas.  Según Vázquez,  se establece una corriente histórica en reacción al revuelo francés conocida como el historicismo.  En dicho movimiento se revoca la cosmovisión ilustrada revirtiendo una nueva visión histórica hacia el conservadurismo.  Se derroca el mecanicismo como instrumento para manejar la historia.  Se erradica las generalizaciones causales sustituyéndose por una visión histórica contextual.   Según Oquendo,  este movimiento se denomina como la “Época de la Restauración”.  Con el historicismo o la restauración conservadora surgen una serie de intelectuales que exponen la defensa de los regímenes monárquicos absolutos.  Renace el derecho divino monárquico y se redefine el papel de la aristocracia en la sociedad como un papel de rector.   Es interesante mencionar que según la historiografía historicista, lo que estabilizó la revolución francesa fue la monarquía napoleónica.  De acorde con la visión reaccionaria José de Maestre, un noble francés exiliado, escribe Sobre el Papa, una obra que estipula que Dios es el que pone a los gobernantes.  Esto concurre con las ideas de los historiadores Lammenais y Luis Von Haller, intelectuales que expone la autoridad papal y la monárquica como incuestionable.  El mayor evento histórico que marca el historicismo es el Congreso de Viena (1814-1815) que rediseña a Europa con lo que Oquendo llama “estados tapones”; tales como los Países Bajos (Holanda, Bélgica y Luxemburgo).  El historicismo propone ver a las figuras monárquicas según su contexto.  Un ejemplo es el exponer que  María Antonieta de Francia no era mala, es que como princesa al fin era caprichosa, su mundo era el lujo, por ende: ¿Qué culpa tenía ella?
Mientras tanto en América se “materializa” la “idea de la igualdad del hombre”-claro desde el punto conveniente de la burguesía-, los Estados Unidos de América se convierte en la representación de una “república democrática”.  Cuando se habla de una historia universal, hay que tomar en cuenta que su visión tiene una tendencia eurocentrica, dejando a un lado los patrones historiográficos latinoamericanos.  Mientras Europa decide restablecer la ideología conservadora por medio del movimiento historicista, Latinoamérica se revela contra sus imperios mercantilistas con las guerras de independencia. 
Casi a la par con el historicismo, se cuaja el materialismo económico.  El materialismo económico centra la visión histórica dentro de un marco económico.  Este movimiento económico se convierte en la  antítesis del historicismo.  Es decir de lo individual contextual se forma una cosmovisión neo-mecánica, volviendo a las generalizaciones de clases sociales económicas. Su mayor expositor lo es Karl Marx.  Según el pensamiento Marxista la historia es consecuencia de la lucha de las clases sociales, la clase oprimida trabajadora, mejor conocida como el proletariado batalla constantemente con los burgueses y aristócratas.  Karl Marx no se limita a una explicación económica historiográfica, sino que se generaliza que toda dinámica social es producto de la controversia económica entre las clases.
La tercera vertiente historiográfica que se establece en el siglo XIX ocurre a finales del mismo.  El movimiento vuelve a enfocar un mecanicismo crudo y la generalización de los eventos históricos.  El positivismo separa la filosofía y la subjetividad de las ciencias.  Propugna el silogismo de que si la historia es ciencia, entonces debe ser objetiva y fuera de toda corriente humanísticas.  Renace el método científico.  El padre del positivismo es Augusto Comte.  Éste expone que la metodología de las ciencias naturales y sociales son diferentes al de la historia.  Según Comte, la ciencia pura no depende de la imaginación ni la intuición, difiriendo de René Descartes.  Cabe destacar que Leopoldo von Ranke ayudó a difuminar el movimiento positivista pues influenció a sus discípulos a “usar la metodología objetiva”[4].  La metodología objetiva del positivismo parte del uso del método científico en la historia para eliminar toda subjetividad en la historia; es decir, observación, problema (no-aportación), experimentación y conclusión. Para el positivista, la historia es parte de las ciencias sociales y por ende se suscribe a hechos, datos y aquello tangible. La información histórica reside en las fuentes primaras objetivas, por ejemplo, las transcripciones de las cortes, archivos parroquiales o reportes policíacos.  Fernando Picó; historiador, catedrático y sacerdote jesuita, en sus principios era de tendencia positivista, pero logra adaptarse a las corrientes venideras de la historia.
Hay dos vertientes que surgen de la visión positivista de la historia: El naturalismo y el determinismo geográfico.  El naturalismo es una visión en donde la naturaleza participa en las acciones del ser humano.  La naturaleza puede determinar el comportamiento de las personas.  Las obras naturalistas usualmente son descriptivas; emanando del primer paso del método científico, la observación.  Paradójicamente, al observar sus alrededores el historiador entiende la naturaleza de lo que describe.  La literatura puertorriqueña tiene como ejemplo una obra naturalista, La Charca.   La novela transporta al lector al Puerto Rico de finales del siglo XIX, donde la metáfora de los cuerpos de agua describen la situación de aquella época: Río fluyente significa vida y agua empozada -la charca- estancamiento. 
Dentro del eje positivista naturalista recae el movimiento del determinismo geográfico. Ésta visión histórica es de gran influencia en Latinoamérica.  Vargas enuncia que el determinismo geográfico “tiene un impacto increíble en la historiografía puertorriqueña.[5]  El determinismo geográfico se define en términos historiográficos como una corriente en donde la naturaleza, en forma de geografía y clima, determina los comportamientos históricos  del ser humano.  Crea, como vertiente naturalista, generalizaciones sobre el efecto de la geografía en la sociedad.  Ejemplos del determinismo geográfico lo son: El caribeño es “ardiente” en la cama y es apasionado políticamente por el calor  que mantiene su sangre caliente, o decir que los nórdicos son  reservados e impersonales  por sus largas épocas en el frío.  De hecho, la palabra fría se usa para una persona que no demuestra sus sentimientos.  El término ardiente o caliente hace referencia a una tendencia a ser sexual y vivaracho.
Vargas expone que el determinismo geográfico influenció de gran manera al sector historiográfico y literario del Puerto Rico del siglo XX.  Vargas, expone que el insularismo, es decir el ser una isla (ínsula) implica que se piensa de manera limitada. Según Blanco el tamaño relativo de Puerto Rico y su insularismo hace que necesitemos un tutor externo.  Según Brau, el trópico como clima y el calor nos hace vagos y despegados, pues la cordillera central de Puerto Rico divide el sentido de unidad.  Pedreira un su escrito, Insularismo,  generaliza al insular boricua como “aplatana’o” término que degrada al puertorriqueño implicando deficiencias de innovación y estancamiento socio-económico.  
Los deterministas geográficos justifican sus generalizaciones alegando que utilizan la observación. La ironía de esto radica en el hecho de que los naturalistas observan lo que interesan exponer, manipulando la información.  Vargas discrepa con Oquendo al enunciar que el comienzo de la época contemporánea lo marca la Guerra Hispano-cubano-americana. En esta época histórica impera una  cosmovisión negativa debido a los sucesos históricos de las guerras mundiales y la gran depresión.  A esta visión se le conoce como la “negación de la historia”.  El motor de este movimiento lo fue el movimiento existencialista.  Este movimiento filosófico trata de buscarle un sentido a la existencia. Los mayores expositores lo son: Nietze, con su obra El Super Hombre, una exposición del nihilismo[6];  Jean Paul Sartre con sus obras La Nausea y La Mosca, que critican los humanos superficiales que no se preocupan por buscar un sentido de existir.  El existencialismo plantea de haber un dios, cómo éste permite las atrocidades históricas como, por ejemplos, las armas de destrucción masiva.  Al ser el siglo XX un periodo de tensión bélica, desde la primera guerra mundial hasta la guerra fría, se quebranta la fe del ser humano.  La negación de la historia viene en el sentido de que el ser humano no aprende de su historia.  La historia viene como una herramienta que usa el estado para instruir a las masas.  El existencialista de más peso historiográfico es Arnold Toynbee, un inglés que postula su  Teoría del Desarrollo Cíclico de las Civilizaciones. Según esta teoría, la historia está determinada por una minoría selecta que se enfrenta a un reto histórico, esta élite cae cuando pierde su capacidad y se monta subsiguientemente otra al poder.  Los mejores ejemplos son la Alemania hipnotizada con la obra de Hitler,- Mein Kampf- la cual sirvió como norte para el holocausto antiziónico-y el imperialismo que  lleva a Estados Unidos a convertirse en un explotador de Latinoamérica[7] propulsado por las ideas de la “Doctrina Monroe” y el “Destino Manifiesto”. La historia envuelve un concepto protagónico que es temporal.  Según la cosmovisión contemporánea, la historia se niega porque ésta se escribe por el estado para justificar la ideología que le conviene.  Vargas expone la teoría de Toynbee en la historiografía del patio. Según la catedrática, los “guardianes del autonomismo” son una élite que instruye al pueblo a pensar de manera insular y rezagar un desarrollo propio de Borinquen fomentando un conformismo colonial.  La cadena de historiadores del estado para salvaguardar el autonomismo se revela en los textos oficiales del sistema educativo; Salvador Brau, con El patético caso del norteamericano Miller, Morales Carrión con Tomas Blanco y Blanca Silvestrini    
 con El fin de la Guerra Fría trae como consecuencia una perspectiva radical en la historia.  La Unión Soviética se abre en una evolución en donde pone fin a la carrera armamentista con Estados Unidos e implementa su política pública por lo que se conoce como la perestroika[8]  y glasnot[9]. En 1989 se desmanteló el Muro de Berlín.
Alemania Occidental, Polonia, Hungría y Checoslovaquia apoyaron el proceso unificador de Europa Occidental en la Comunidad Europea y el movimiento de las nuevas democracias.  Lo que en fin exterminó el socialismo puro expuesto por Marx.  
Con la caída del segundo mundo, surge una tendencia socioeconómica neoliberal, es decir una agresividad capitalista.  El capitalismo se fortalece hasta convertirse en globalización, un proceso en donde los países se unen para formar mercados comunes.  Con la llegada de la red o el “internet” la cosmovisión capitalista se vierte hacia la idea de una “aldea global.”  Esto distorsiona la manera en que se mira la historia, por ejemplo se da por muerta la objetividad.  Este movimiento es conocido como el postmodernismo.  El postmodernismo niega una realidad y difunde todo hecho histórico a un relativismo.  La metodología paradójica del postmodernismo-discípula de los anales de Francia de los 1960- viene desde abajo, es decir la historia según “Juan del Pueblo” a manera de cruda entrevista, autobiografía e historia oral, esto es lo que se denomina como la “Nueva Historia”.
¿Cuan científica es la historia?  Norma Burgos, una líder estadoista que niega la invasión estadounidense a Puerto Rico, alegando que fue una invitación a acabar con el régimen español, llevo a cabo sus escritos siguiendo una metodología científica. Su metodología es tan valida como la de Moscoso o la de Scarano.  ¿Entonces, qué propiedades científicas le podemos dar a la historia?  Si en la época antigua la vida era cíclica, según los griegos, que repercute en que los patrones historiográficos también lo eran.  Si la historia es vista con el prisma y con la mitología de una verdad relativa solo espero que la guerra en Irak en el futuro sea vista como una invasión americana al imperio del partido Baath.  La nueva escuela del postmodernismo justifica la guerra de mis abuelas:  Una es “fascistamente” estadoista y la otra populista muñocista.  Todo está en la visión y en el paradigma en el que se manipule esos datos.    




BIBLIOGRAFÍA
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Oquendo, E. (2001) Historia Contemporánea. Cátedra. Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.

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Pagan, C. (2005).  Fundamentos Filosóficos de la Educación. Ponce:  Universidad de Puerto Rico.

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Wilson, B. (2000). Comparative politics of Latin America. Lecture. FloridaUniversity of Central Florida



[1] Guerras entre las confederaciones de las ciudades griegas y el imperio persa.
[2] Catecismo Luterano, Culto Cristiano. WELS. Northwestern Publications. 2000
[3] Parlamento francés no había sido convocado en centena de años.
[4] Bowman, Francis.  Ranke, Leopold Von. London: World Book Enciclopedia, Vol 16 1983. p.137
[5] Vargas, Everlydis. Historiografía. Cátedra. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. San Juan, 2005.
[6] Movimiento filosófico existencial que dice que Dios está muerto.
[7] Wison, Bruce.  Comparative Politics of Latin America. tedra. University of Central Florida. 2001
[8] Estrategia de Mijail Gorbachov para reestructurar el modelo político-social de la Unión Soviética.
[9] Política de apertura intelectual para fomentar recursos económicos a la decadencia de la USSR en la década de 1980.

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