¿Cuándo realmente comienza la historia? ¿Cuándo
se escribe, quién escribe o escribió la historia? ¿Es científica o es relativa? Entre estas preguntas recae lo que se puede
llamar la historia universal.
Amparándome en un pl3weonasmo, tengo que decir que la historia tiene su
propia historia. Es una evolución y un
desarrollo de cosmovisiones que se repiten cíclicamente. El propósito de este w3ew44 analizar, en
orden cronológico, el desarrollo histórico y analizar la dinámica de sus
perspectivas. Pero antes de el$÷e$÷zqw@÷eq#÷°~wqwqwqZee$los se
definirán źdeźvarios términos importantes wwqscomo por ejemplo, historia,
hiseeee3toriografía, y w1a filosqqq1qwofía de la ²2.2Qďe÷
swa Brinkley que definir la historia y su
objede2eeto de estudio es un acto prácticamente imposible debido a la multiplicidad de
significados que posee, dependiendo cada uno de ellos a diferentes épocas y
contextos sociales. Incluso varía según la ideología de cada2wwwwwwww individuo. Por lo
que, grosso modo aquí intentaremos definir algunas de las visiones más
comunes sobre el significado de esta palabra.
Las siguientes páginas ayudarán al lector a tener una visión detallada
de lo que es historia. Por ejemplo, en
la antigüedad, la historia era tomada como un acto de investigación, inquirir,
indagar, siendo su principal figura Herodoto. Constaba en referir, comprender y
analizar los eventos pasados vividos por los autores. Sus dos fuentes
principales eran: lo que vieron y lo que vieron otros y contaron.
No acudían a fuentes anteriores ya que no era
frecuente la escritura de esos acontecimientos, además de que las existentes
eran poco confiables. Para el mundo grecorromano en esta definición se referían
a eventos de pasado muy reciente y lo anterior no era historia, sino
anticuaria. Ya en la edad media, el
objeto de estudio serían los acontecimientos pasados remotos y recientes,
muchos de ellos en forma de relatos que trasmiten conocimiento de esos hechos.
Su definición podría ser “conjunto de acontecimientos pasados que expresan los
conocimientos e investigaciones de los autores”.
No surgen grandes cambios sino hasta el siglo
XIX cuando a la historia se toma como disciplina científica, siendo Leopold von
Ranke el padre de la Historiografía científica y el responsable del estudio de
la materia en las Universidades. En el
siglo XX es cuando comienza la enseñanza de la historia como ciencia y nace
bajo el nombre de Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Berlín.
En otras Universidades se dictaba en otras cátedras, como ser Humanidades,
Ciencias Sociales e Historia y Geografía, no es hasta avanzado ese siglo que se
toma la historia como disciplina única.
Respecto a la definición de historiografía,
Estrada lo define como el estudio del conjunto de textos que tratan temas
históricos, que consiste básicamente en analizar las fuentes utilizadas por los
autores y el método que han seguido en su trabajo. Mientras que Ocaño lo define como el relato
de la sucesión de hechos acaecidos, sin explicación con las relaciones
económicas y de poder. La historiografía
se relaciona con la de las artes y las razones son válidas pues las diferencias
no son sólo de estilo, sino que corresponden a sistemas de valores, ideas y
principios que se sustentan a su vez en otros órdenes de la realidad
social. Explica Ocaño que la
historiografía manierista se diferencia de la clásica o renacentista, estando
la renacentista rigurosamente centrada en la historia, de estructura
equilibrada y lenguaje armonioso y claro, mientras que la manierista se
distingue por su fusión de lo imaginario con lo real, su estructura rebuscada y su lenguaje artificioso y oscuro.
Se distingue también de la historiografía del barroco, caracterizada por la
contrarreforma católica y de clara finalidad religiosa, por su relativa
irreverencia, su búsqueda del adorno y sus alardes de ingenio y
creatividad. Mientras que la RAE lo
define como escribir: (el que escribe, o describe, la historia) es el registro
escrito de la historia, la memoria fijada por la propia humanidad con la
escritura de su propio pasado; ciencia de la historia.
Mientras que Martínez reseña que la historiografía
se ocupa del análisis de la historia escrita, las descripciones del pasado;
específicamente de los enfoques en la narración, interpretaciones, visiones de
mundo, uso de las evidencias o documentación y métodos de presentación por los
historiadores; y también el estudio de estos mismos, a la vez sujetos y objetos
de la ciencia. La historiografía, más
llanamente, es la manera en que la historia se ha escrito. En un amplio sentido,
la historiografía se refiere a la metodología y a las prácticas de la escritura
de la historia. En un sentido más específico, se refiere a escribir sobre la
historia en sí. También se utiliza el
vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una
nación. Según Martínez la reflexión
sobre la posibilidad o imposibilidad de un enfoque historiográfico objetivo
lleva a la necesidad de superar la oposición entre objetividad (la de una
inexistente ciencia "pura" que no se contamine con el científico) y
subjetividad (implicada en los intereses, ideología y limitaciones de éste) con
el concepto de intersubjetividad, que obliga a considerar la tarea del
historiador, como la de cualquier científico, como un producto social,
inseparable del resto de la cultura humana, en diálogo con los demás
historiadores y con la sociedad entera.
Respecto a la filosofía de la historia Gallego
establece que ésta es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo y las
formas en las cuales los seres humanos crean la historia. Puede, en algunos
casos, especular con la existencia de un fin u objetivo teleológico de la
historia, o sea, preguntarse si hay un diseño, propósito, principio director o
finalidad en el proceso de creación de la historia. Las preguntas sobre las cuales trabaja la
filosofía de la historia son muchas, ya que se trata de una materia compleja.
Algunas de estas preguntas son, por ejemplo:
¿cuál es el sujeto propio del estudio del pasado humano? ¿Es el
individuo? ¿Son las organizaciones sociales, la cultura, o acaso la especie
humana por entero? Yendo aun más allá de estas preguntas clásicas, algunos
filósofos modernos han introducido un nuevo concepto, sosteniendo que la
historia ha dejado de ser el estudio de unidades, de hechos, pasando a ser el
estudio de una compleja totalidad, que comprende no sólo las acciones humanas
pasadas y sus consecuencias visibles, sino que incluye un sinnúmero de factores
en su contexto, como las relaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las
motivaciones particulares, y, tal vez el factor más recientemente incorporado y
que más ha revolucionado este campo de la filosofía, es el de los pensamientos,
acciones, relaciones y motivaciones de aquel individuo que escribe la historia,
esto es, del historiador. Como escribió Carr en su libro ¿Qué es la historia?
“solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los
hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él decide a qué hechos
se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo”.
Según otra concepción, la de Collingwood, por
ejemplo, precedido también por Croce, quienes sostienen que el pensamiento de
los agentes históricos es un concepto fundamental de la investigación
histórica, y que por lo tanto en la filosofía de la historia caben las
preguntas: ¿Hay algún tipo de pautas que
puedan encontrarse a través del estudio del pasado humano, por ejemplo ciclos o
idea de progreso?, o ¿Acaso no hay más pautas o ciclos que los que creemos ver?
¿Existe el progreso y su antítesis en la historia? ¿Cuáles son, en tal caso,
sus respectivas direcciones? y ¿Cuál es la fuerza directriz de ese progreso, de
existir?
Definidos y explicados estos términos
continuamos con el ensayo señalando que es importante reconocer que las
cosmovisiones cambian en las épocas, al igual que la interpretación
histórica. La historia universal es
aquella que comienza como punto de partida en Grecia con el Padre de la
historia, Herodoto. Si nos basamos en
una visión racionalista, en algunas épocas determinadas la historia se
convierte en una mítica. Sin embargo,
no deja de ser una interpretación de aquellos que la recopilan. Un factor determinante en la historia lo es
la escritura, poder documentar y digerir bajo la percepción humana una
cosmovisión de un suceso o lugar en particular, en un momento en particular. En este punto estriba la historia de la
prehistoria, la historia comienza con hechos escritos, es decir la historia
universal. Es por ello que la Dra.
Vargas, en su cátedra, condena a aquellas personas que definen la historia
desde el origen del ser humano.
Herodoto y Tucídides se pueden disputar la
paternidad de la historia. Sin embargo es a Herodoto a quien, por veredicto
historiográfico, se le atribuye dicha paternidad. Herodoto abrazaba la historia como parte de
una mítica en la que participaban tanto humanos como dioses de la religión
politeísta griega. Su mayor propósito era el de plasmar las memorias de los
griegos y los persas, a quien llama “bárbaros”.
Según Jaime, la palabra bárbaro “deja entrever la visión greco-centrista
de Herodoto, se glorifica al griego como sucesor de los sabios egipcios”. Herodoto es el padre de la historia
“porque fue el primero que documentó sus
viajes y experiencias durante la época de las guerras médicas”[1]. La historia según Herodoto es cronológica y
está sujeta a las “once varas” del fechado.
Este patriarca histórico recorre
Italia, Egipto y la región del Medio Oriente.
Llegó a conocer las ciudades de Tiro, Susa, Niniveh, Ectabana y
Babilonia; conglomerados ricos de la civilización mesopotámica. Los acontecimientos
se sitúan según los sucesos a través de la historia. ¿Por qué?
Porque en estos mismos viajes Herodoto visita la cuna de la civilización
y recoge una visión de los imperios
caídos de Mesopotamia; los caldeos, el voraz imperio asirio y el longevo estado
persa. Herodoto, al darle un toque
mítico a la historia, integra la influencia de la mitología religiosa que se
establecía en su cultura. Aparte de
mítica, Herodoto consideraba a la historia como protagónica, es decir se mira a
través de personajes heroicos.
El otro patriarca, Tucídides es el primero que
le da a la historia un método crítico.
Escribe su obra tratando de explicarla como el producto de las acciones
de los hombres. Su posición como estratego procedente
de una familia aristocrática y sus conocimientos de política no le permitieron
dejar al margen de su historia su propia opinión sobre todo lo que envolvía
ésta y sobre ella misma. Una tendencia del espíritu filosófico y político
ateniense de la época es la preocupación por el presente, de ahí el giro total
de la concepción histórica de Tucídides. Tucídides deja entrever que la
historia surge como parte de una causa y un efecto, esto en términos de
cosmovisión de su época y su entorno. Para
la cosmovisión antigua, la cronología es sumamente importante.
Para entender la visión griega de la historia
hay que entender la creencia antropocéntrica de los griegos, una visión en
donde la estética es más importante como atributo que una virtud. La cosmovisión greco-romana es una de carácter
cíclico, en donde la reencarnación de las almas en diferentes cuerpos se
da. Vargas expone que la cremación del
cuerpo en ritos funerales es para liberar el alma. Se cree en la
predestinación, es decir, la persona venía a éste mundo para un propósito y ya
antes de nacer los dioses sabían que iba a pasar. Dicha continuidad se
establece con un patrón cíclico, donde el alma deja el cuerpo y renace en otro
ente.
El
hombre era una marioneta de los dioses. Para los griegos, sus dioses padecían
de los aspectos humanos. Eran seres
caprichosos y juegan con el destino del hombre aparte de tener características
de continuidad. El hombre duraba el tiempo que determinaban los dioses. En la visión helenística de una historia la
virtud de una persona era su heroísmo, su honor, aquél que más mataba en una
guerra, aquel que daba honor a las pasiones del hombre. De hecho, en la mítica greco-romana se
exaltaban figuras como Heracles, Perseo, Aquiles y Paris, éstos explotaban las
pasiones humanas y eran los que míticamente se llamaban semidioses-mitad
humano, mitad divinidad. Por ende el
heroísmo en el pensamiento antiguo era parte de sus loas virtuosas.
El autor más
destacado en la Roma imperial es Polibio.
Polibio llega a convertirse en el historiador más sobresaliente de la
época. Nos deja el legado de su obra,
Historia Universal, con un trastoque nacionalista romano. Es decir cuando el Profesor Oquendo
(P.U.C.P.R) estipula en su cátedra sobre la historia contemporánea que el
nacionalismo comienza en el siglo XIX con la unión italiana y el movimiento de
la carbonería, su argumento es debatible ante el enfoque histórico
polibiano. Según Vargas, concurriendo el
Dr. López Domínguez en su cátedra sobre la teoría política antigua, Roma se
destaca por la jurídica y el constitucionalismo.
Antes de ver un desarrollo y transición de la
historia universal, el aspecto mítico-protagónico que engendra sus padres
clásicos perdura hasta la época medieval.
Los datos históricos se entretejían con la religión; cosa que los historiadores
del presente deben saber percibir, detectar y sobre todo aceptar. La caída de Roma marca el principio de la
Edad Media. La historia en la época
medieval se destaca por el famoso papel teocéntrico. Es decir, la mítica cambia de una visión politeísta
a una visión monoteísta. Se basa en la
absorción de Roma helenística a un imperio cristiano. Para entender el manejo de la historia en la
edad oscurantista, hay que analizar el cristianismo papal. La visión histórica como interpretación
mítica no cambia, solo que en vez de un punto de vista de los lujuriosos
dioses del Olimpo, se tiene la imagen de
una energía, tres en una, la santísima trinidad. Estamos escrutiñados por un dios perfecto que
demanda control y sacrificio. Según
Riestra para San Agustín la verdad era Dios, es decir la epistemología
culminaba con el conocimiento del cristianismo.
Esto, según Vargas se convierte en una visión lineal de la historia, ya
no hay predestinación ni reencarnación.
El hombre es concebido por Dios y es terminado por la voluntad
divina. Sin embargo, Dios le da al
hombre libre albedrío, o en otra terminología un progresismo. Lo que haga el hombre no es culpa de Dios,
pero debe rendirle cuentas en el juicio final.
En la época medieval la historia va a tener un
enfoque micro-histórico. No es sobre la
gran nación Romana y el patrón de los imperios como lo estipula Polibio. Ahora va a ser todo sobre la historia de una
ciudad de un estado o de una persona. El
mejor ejemplo son las Confesiones de San Agustín, en donde se documenta la vida
de éste personaje y como llega a la verdad, es decir Dios. Como esta escrito en la catequesis cristiana
la visión de la historia se rige Cristo, que es Dios, el alfa y el omega
(principio y el fin). La reencarnación
griega se sustituye por la resurrección, es decir la glorificación del cuerpo
después de la muerte y la vida eterna.
Se generaliza en la historia, es decir no se piensa en una persona si no
se piensa colectivamente. Tanto es así que Vargas denota que las confesiones
eran públicas. El individualismo solo se
usa para resaltar la humillación del pecador arrepentido y expurgar su
maldad. La historia no estaba
secularizada, pues era prisionera del papado, el líder espiritual y temporal
según la visión de la época. Es
importante destacar que aunque la historia era controlada por la mítica
cristiana, no devalúa la misma. Santo
Tomás de Aquino es otra figura importante en la época antigua, prueba que Dios
existe estableciendo cinco pruebas deductivas.
Todo conocimiento es externo y proviene del conocimiento de lo
divino. El dios trino cristiano se
convierte en la fuente del conocimiento y la verdad histórica.
Es importante destacar que el pensamiento
teocéntrico cristiano de la época medieval denota el perennialismo del alma del
hombre, es decir el alma trasciende, pero el cuerpo se queda en la tierra. Visto desde el punto de la física clásica, el
cuerpo es solo una materia que ocupa un tiempo y un espacio. En la época medieval impera un estoicismo que
llama al controlar la naturaleza del hombre, ya no se glorifica esa naturaleza
humana impulsiva que glorificaban los antiguos pensadores. Dios manda al martirio, al sacrificio para
lograr una virtud. Es decir, hay que
imitar a Cristo, el Hijo de Dios.
Como antesala al Renacimiento, Dantes describe
en su Divina Comedia la
historia del estado de Florencia de manera crítica a su realidad. Desde la época medieval Dantes despuntó
rasgos renacentistas de la historia.
Como ejemplo de un nuevo giro al antropocentrismo Dantes se hace
personaje de su propia obra. Según
Vargas, concurriendo con la Dra. Ortiz, el renacentismo se marca con la caída
de Constantinopla y el descubrimiento de un “nuevo mundo.” Aunque no se puede precisar tan marcadamente
una época de otra, estos patrones siguen la historia universal
establecida. En el Renacimiento se
enardece la razón. Desde un punto de
vista epistemológico, ya no se da el conocimiento por la teoría de la
revelación, si no que se utilizan patrones científicos. Es decir lo mítico, lo religioso lo
teocéntrico se aparta. En el
Renacimiento, la historia se amolda a los patrones científicos clásicos.
Según Riestra, “el
Renacimiento destaca el racionalismo o el uso de la razón declinando los rasgos
míticos de una verdad revelada por un dios o dioses”. El conocimiento se comienza a dar por una
teoría empírica centrándose en la capacidad del ser humano de investigar. El renacimiento le devuelve el poder del
conocimiento al individuo, es decir se erradica el oscurantismo medieval. En esta época histórica la “objetividad” es
el norte de la cosmovisión histórica.
¿Cómo aparece la objetividad?
Usando un método científico, observando investigando y probando. La verdad no se busca por una intuición o por
una lógica, la verdad hay que probarla.
Un ejemplo de esto es
la Reforma Protestante; según Martín Lutero, el disidente usa la razón para
decir que “el ser humano es de por sí malo, y nada puede hacer para lograr su
salvación”. La visión católica de las obras
para ganarse el cielo es anulada según Lutero.
Es decir Lutero en una visión antropocentrista, exonera al hombre de
aquel autocontrol y aquella imitación a Cristo.
Lutero expuso que “Cristo, al ser verdadero hombre también era verdadero
Dios; el hombre no puede tener el control que Cristo tenía, por consiguiente el
hombre se salva por gracia divina”[2].
La característica del renacimiento es la
secularización, es decir, el hombre se convierte en el “hacedor y actor” en la
historia. Éste rasgo es lo que hizo
Dantes en su Divina Comedia
para ser considerado antecesor renacentista.
El hombre es el responsable de la historia, no un ser divino. La
historia es tomada por los laicos y se desarrolla en lo que se llama el
Humanismo. Según Petrarca el motor de la
historia es el humanismo. El humanismo
se define como la historia vista por un proceso y una teoría causal, las cosas
pasan por unas causas ineludibles que llevan a unos efectos en sus eventos.
Para entender esta nueva perspectiva histórica
es necesario entender a Newton, el padre del cálculo mecánico. Newton, con su Ley de Gravedad, define el universo a través de unas leyes o
preceptos, estableciendo una parte mecánica en la academia. Las leyes de Newton
establecen un orden mecánico del mundo, un todo ordenado armonioso que pone a
un ente divino como arquitecto del universo. El Riestra le atribuye este
mecanicismo al pensamiento realista, mientras que Vargas explica rastros
inductivos en esta cosmovisión de lo existente como una gran maquina. Newton influye en Maquiavello que entonces ve
la historia de manera mecánica e ineludible por medio de los procesos
políticos. La importancia de Maquiavello
como personaje historiográfico es que crea la historia política dentro de la
cosmovisión descartiana. A diferencia de
Polibio, Maquiavello no establece una mítica resaltada por la política, pero
usa la política como herramienta humanista de la historia. Por ende, en su cosmovisión histórica el
humanismo depura, filtra lo mítico de los acontecimientos.
Un evento importante para entender la
trascendencia histórica y su cambio metafísico es la revolución francesa. Según Vargas es el punto culminante del
humanismo mecánico. Vargas enfatiza la
cosmovisión ilustrada como eje de la revolución, mientras que Oquendo difumina
este mecanicismo como una de las muchas causas de la revolución. Que comienza por una convocatoria a los
Estados Generales[3] de Francia en medio de una
tensión social por un déficit económico.
Mientras los pobres pasan hambre, los nobles siguen una vida de
banalidades, exentos de impuestos. Todo
culmina con la entronización de un patético noble corzo como un emperador
autoproclamado que convierte a Francia en una nación revisionista que acaba con
la hegemonía europea.
El revuelo francés provocó en Europa un efecto
chocante, Francia, la hija mayor de la iglesia, se convierte en un estado
prácticamente ateo. Se cierran las
iglesias y ocurre lo que muchas personas no esperaban: La separación de la
religión y el estado. Aún con todas las
aportaciones de estos hechos, como la reaparición de un código civil (el código
napoleónico) el paradigma francés crea un trauma en la cosmovisión
historiográfica. Se reacciona con una
visión de repudio hacia la ilustración humanista del Renacimiento.
Según Vargas la época moderna comienza con la
culminación de la revolución francesa.
Sin embargo los historiadores Ortiz y Oquendo estipulan que la historia
después de dicha revolución, hasta el siglo XX inclusive, se denomina como la
época contemporánea. El siglo XIX es uno
lleno de cambios y demarcaciones historiográficas. Según Vázquez, se establece una corriente histórica en
reacción al revuelo francés conocida como el historicismo. En dicho movimiento se revoca la cosmovisión
ilustrada revirtiendo una nueva visión histórica hacia el conservadurismo. Se derroca el mecanicismo como instrumento
para manejar la historia. Se erradica
las generalizaciones causales sustituyéndose por una visión histórica
contextual. Según Oquendo, este movimiento se denomina como la “Época de
la Restauración”. Con el historicismo o
la restauración conservadora surgen una serie de intelectuales que exponen la
defensa de los regímenes monárquicos absolutos.
Renace el derecho divino monárquico y se redefine el papel de la
aristocracia en la sociedad como un papel de rector. Es interesante mencionar que según la
historiografía historicista, lo que estabilizó la revolución francesa fue la
monarquía napoleónica. De acorde con la
visión reaccionaria José de Maestre, un noble francés exiliado, escribe Sobre
el Papa, una obra que estipula que Dios es el que pone a los
gobernantes. Esto concurre con las ideas
de los historiadores Lammenais y Luis Von Haller, intelectuales que expone la
autoridad papal y la monárquica como incuestionable. El mayor evento histórico que marca el
historicismo es el Congreso de Viena (1814-1815) que rediseña a Europa con lo
que Oquendo llama “estados tapones”; tales como los Países Bajos (Holanda,
Bélgica y Luxemburgo). El historicismo
propone ver a las figuras monárquicas según su contexto. Un ejemplo es el exponer que María Antonieta de Francia no era mala, es
que como princesa al fin era caprichosa, su mundo era el lujo, por ende: ¿Qué
culpa tenía ella?
Mientras tanto en América se “materializa” la
“idea de la igualdad del hombre”-claro desde el punto conveniente de la
burguesía-, los Estados Unidos de América se convierte en la representación de
una “república democrática”. Cuando se
habla de una historia universal, hay que tomar en cuenta que su visión tiene
una tendencia eurocentrica, dejando a un lado los patrones historiográficos
latinoamericanos. Mientras Europa decide restablecer la
ideología conservadora por medio del movimiento historicista, Latinoamérica se
revela contra sus imperios mercantilistas con las guerras de independencia.
Casi a la par con el historicismo, se cuaja el
materialismo económico. El materialismo
económico centra la visión histórica dentro de un marco económico. Este movimiento económico se convierte en
la antítesis del historicismo. Es decir de lo individual contextual se forma
una cosmovisión neo-mecánica, volviendo a las generalizaciones de clases
sociales económicas. Su mayor expositor lo es Karl Marx. Según el pensamiento Marxista la historia es
consecuencia de la lucha de las clases sociales, la clase oprimida trabajadora,
mejor conocida como el proletariado batalla constantemente con los burgueses y
aristócratas. Karl Marx no se limita a
una explicación económica historiográfica, sino que se generaliza que toda
dinámica social es producto de la controversia económica entre las clases.
La tercera vertiente historiográfica que se
establece en el siglo XIX ocurre a finales del mismo. El movimiento vuelve a enfocar un mecanicismo
crudo y la generalización de los eventos históricos. El positivismo separa la filosofía y la
subjetividad de las ciencias. Propugna
el silogismo de que si la historia es ciencia, entonces debe ser objetiva y
fuera de toda corriente humanísticas.
Renace el método científico. El
padre del positivismo es Augusto Comte.
Éste expone que la metodología de las ciencias naturales y sociales son
diferentes al de la historia. Según
Comte, la ciencia pura no depende de la imaginación ni la intuición, difiriendo
de René Descartes. Cabe destacar que
Leopoldo von Ranke ayudó a difuminar el movimiento positivista pues influenció
a sus discípulos a “usar la metodología objetiva”[4]. La metodología objetiva del positivismo parte
del uso del método científico en la historia para eliminar toda subjetividad en
la historia; es decir, observación, problema (no-aportación), experimentación y
conclusión. Para el positivista, la historia es parte de las ciencias sociales
y por ende se suscribe a hechos, datos y aquello tangible. La información
histórica reside en las fuentes primaras objetivas, por ejemplo, las
transcripciones de las cortes, archivos parroquiales o reportes
policíacos. Fernando Picó; historiador,
catedrático y sacerdote jesuita, en sus principios era de tendencia
positivista, pero logra adaptarse a las corrientes venideras de la historia.
Hay dos vertientes que surgen de la visión
positivista de la historia: El naturalismo y el determinismo geográfico. El naturalismo es una visión en donde la
naturaleza participa en las acciones del ser humano. La naturaleza puede determinar el
comportamiento de las personas. Las
obras naturalistas usualmente son descriptivas; emanando del primer paso del
método científico, la observación.
Paradójicamente, al observar sus alrededores el historiador entiende la
naturaleza de lo que describe. La
literatura puertorriqueña tiene como ejemplo una obra naturalista, La Charca. La novela transporta al lector al Puerto
Rico de finales del siglo XIX, donde la metáfora de los cuerpos de agua
describen la situación de aquella época: Río fluyente significa vida y agua
empozada -la charca- estancamiento.
Dentro del eje positivista naturalista recae el
movimiento del determinismo geográfico. Ésta visión histórica es de gran
influencia en Latinoamérica. Vargas
enuncia que el determinismo geográfico “tiene un impacto increíble en la
historiografía puertorriqueña.[5] El determinismo geográfico se define en
términos historiográficos como una corriente en donde la naturaleza, en forma
de geografía y clima, determina los comportamientos históricos del ser humano. Crea, como vertiente naturalista,
generalizaciones sobre el efecto de la geografía en la sociedad. Ejemplos del determinismo geográfico lo son:
El caribeño es “ardiente” en la cama y es apasionado políticamente por el
calor que mantiene su sangre caliente, o
decir que los nórdicos son reservados e
impersonales por sus largas épocas en el
frío. De hecho, la palabra fría se usa
para una persona que no demuestra sus sentimientos. El término ardiente o caliente hace
referencia a una tendencia a ser sexual y vivaracho.
Vargas expone que el determinismo geográfico
influenció de gran manera al sector historiográfico y literario del Puerto Rico
del siglo XX. Vargas, expone que el
insularismo, es decir el ser una isla (ínsula) implica que se piensa de manera
limitada. Según Blanco el tamaño relativo de Puerto Rico y su insularismo hace
que necesitemos un tutor externo. Según
Brau, el trópico como clima y el calor nos hace vagos y despegados, pues la
cordillera central de Puerto Rico divide el sentido de unidad. Pedreira un su escrito, Insularismo, generaliza al insular boricua como
“aplatana’o” término que degrada al puertorriqueño implicando deficiencias de
innovación y estancamiento socio-económico.
Los deterministas geográficos justifican sus generalizaciones
alegando que utilizan la observación. La ironía de esto radica en el hecho de
que los naturalistas observan lo que interesan exponer, manipulando la
información. Vargas discrepa con Oquendo
al enunciar que el comienzo de la época contemporánea lo marca la Guerra
Hispano-cubano-americana. En esta época histórica impera una cosmovisión negativa debido a los sucesos
históricos de las guerras mundiales y la gran depresión. A esta visión se le conoce como la “negación
de la historia”. El motor de este
movimiento lo fue el movimiento existencialista. Este movimiento filosófico trata de buscarle
un sentido a la existencia. Los mayores expositores lo son: Nietze, con su obra
El Super Hombre, una
exposición del nihilismo[6]; Jean Paul Sartre con sus obras La Nausea y La Mosca, que critican
los humanos superficiales que no se preocupan por buscar un sentido de
existir. El existencialismo plantea de
haber un dios, cómo éste permite las atrocidades históricas como, por ejemplos,
las armas de destrucción masiva. Al ser
el siglo XX un periodo de tensión bélica, desde la primera guerra mundial hasta
la guerra fría, se quebranta la fe del ser humano. La negación de la historia viene en el
sentido de que el ser humano no aprende de su historia. La historia viene como una herramienta que
usa el estado para instruir a las masas.
El existencialista de más peso historiográfico es Arnold Toynbee, un
inglés que postula su Teoría del
Desarrollo Cíclico de las Civilizaciones. Según esta teoría, la historia está
determinada por una minoría selecta que se enfrenta a un reto histórico, esta
élite cae cuando pierde su capacidad y se monta subsiguientemente otra al
poder. Los mejores ejemplos son la
Alemania hipnotizada con la obra de Hitler,- Mein Kampf- la cual sirvió como norte para el holocausto
antiziónico-y el imperialismo que lleva
a Estados Unidos a convertirse en un explotador de Latinoamérica[7]
propulsado por las ideas de la “Doctrina Monroe” y el “Destino Manifiesto”. La
historia envuelve un concepto protagónico que es temporal. Según la cosmovisión contemporánea, la
historia se niega porque ésta se escribe por el estado para justificar la
ideología que le conviene. Vargas expone
la teoría de Toynbee en la historiografía del patio. Según la catedrática, los
“guardianes del autonomismo” son una élite que instruye al pueblo a pensar de
manera insular y rezagar un desarrollo propio de Borinquen fomentando un
conformismo colonial. La cadena de
historiadores del estado para salvaguardar el autonomismo se revela en los
textos oficiales del sistema educativo; Salvador Brau, con El patético caso
del norteamericano Miller, Morales Carrión con Tomas Blanco y Blanca
Silvestrini
con El fin de la Guerra Fría
trae como consecuencia una perspectiva radical en la historia. La Unión Soviética se abre en una evolución
en donde pone fin a la carrera armamentista con Estados Unidos e implementa su
política pública por lo que se conoce como la perestroika[8] y glasnot[9]. En 1989 se
desmanteló el Muro de Berlín.
Alemania Occidental, Polonia, Hungría y Checoslovaquia apoyaron el proceso unificador de Europa Occidental en la Comunidad Europea y el movimiento de las nuevas democracias. Lo que en fin exterminó el socialismo puro expuesto por Marx.
Alemania Occidental, Polonia, Hungría y Checoslovaquia apoyaron el proceso unificador de Europa Occidental en la Comunidad Europea y el movimiento de las nuevas democracias. Lo que en fin exterminó el socialismo puro expuesto por Marx.
Con la caída del segundo mundo, surge una tendencia socioeconómica
neoliberal, es decir una agresividad capitalista. El capitalismo se fortalece hasta convertirse
en globalización, un proceso en donde los países se unen para formar mercados
comunes. Con la llegada de la red o el
“internet” la cosmovisión capitalista se vierte hacia la idea de una “aldea
global.” Esto distorsiona la manera en
que se mira la historia, por ejemplo se da por muerta la objetividad. Este movimiento es conocido como el
postmodernismo. El postmodernismo niega
una realidad y difunde todo hecho histórico a un relativismo. La metodología paradójica del
postmodernismo-discípula de los anales de Francia de los 1960- viene desde
abajo, es decir la historia según “Juan del Pueblo” a manera de cruda entrevista,
autobiografía e historia oral, esto es lo que se denomina como la “Nueva
Historia”.
¿Cuan científica es la historia?
Norma Burgos, una líder estadoista que niega la invasión estadounidense
a Puerto Rico, alegando que fue una invitación a acabar con el régimen español,
llevo a cabo sus escritos siguiendo una metodología científica. Su metodología
es tan valida como la de Moscoso o la de Scarano. ¿Entonces, qué propiedades científicas le
podemos dar a la historia? Si en la
época antigua la vida era cíclica, según los griegos, que repercute en que los
patrones historiográficos también lo eran.
Si la historia es vista con el prisma y con la mitología de una verdad
relativa solo espero que la guerra en Irak en el futuro sea vista como una
invasión americana al imperio del partido Baath. La nueva escuela del postmodernismo justifica
la guerra de mis abuelas: Una es
“fascistamente” estadoista y la otra populista muñocista. Todo está en la visión y en el paradigma en
el que se manipule esos datos.
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[3] Parlamento francés no había sido convocado en
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[5] Vargas, Everlydis. Historiografía. Cátedra.
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[6] Movimiento filosófico existencial que dice que
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[7] Wison, Bruce.
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[8] Estrategia de Mijail Gorbachov para
reestructurar el modelo político-social de la Unión Soviética.
[9] Política de apertura intelectual para fomentar
recursos económicos a la decadencia de la USSR en la década de 1980.
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