Muchas
veces pensamos que el elaborar la historia de nuestro país o hacerla requiere
una gama de artillería de estudios universitarios, graduados e investigaciones
formales. Sin embargo, muchas fuentes
primarias están disponibles, inéditas y listas para ser descubiertas por un
proyecto escolar en cualquier escuela superior de nuestro sistema
educativo. Los despachos estadounidenses
de los consulados comerciales en Puerto Rico en el Siglo XIX.
Dada
la intensa vinculación histórica entre Puerto Rico y los Estados Unidos a lo
largo del siglo XIX, la investigación historiográfica tiene un apoyo invaluable
en toda fuente primaria que se acerque a este proceso. Por tal motivo los
informes diplomáticos, particularmente los generados por los servicios
consulares, poseen un rango de especial interés. En su Historia General de Puerto Rico, el historiador Fernando Picó
someramente afirma la presencia de distintas agencias consulares foráneas en
los puertos más relevantes de la Isla.
Picó denota que la presencia de dichas instituciones y su dinámica
administrativa con el gobierno insular español, deja ver la relevancia
comercial que adquiere Puerto Rico ante las reformas de Alejandro Ramírez como
intendente y como consecuencia de la Cédula de Gracias del 1815.
La historiografía demuestra que
documentos diplomáticos de consulados son una fuente excelente de información
que se compone de documentos primarios.
El estudio de un grupo de despachos consulares son fuentes ricas en
documentos reveladores sobre la percepción estadounidense sobre Puerto Rico, la
historia de las instituciones consulares y sus funciones en la isla, así como
el comercio de Puerto Rico durante el
siglo XIX.
El título de cónsul[1]
aplicaba a un oficial de la magistratura
romana.[2] Surge al sustituirse el sistema monárquico
por otra forma de gobierno. Posteriormente,
en la época contemporánea en Francia, el título se utiliza para el cargo
ejecutivo o la primera magistratura.[3] Previo a la coronación de Napoleón Bonaparte
como primer emperador de Francia entre 1802 y 1804.[4]
El
manejo de un consulado[5] es responsabilidad del cónsul reconocer y
levantar documentos oficiales de sus conciudadanos en el país exterior donde se
encuentre. En términos generales, a
través de los años los deberes de los
consulados diplomáticos incrementaron en
los aspectos administrativos y deberes institucionales.
La función
principal de los consulados americanos
durante el siglo XIX fue obtener información sobre la economía y
política, de regiones estratégicas en
Latinoamérica.[6] Para los estudiosos de la historia
diplomática, los informes de los consulados
son una fuente primaria invaluable.
Estos reportes reflejan la realidad de los elementos comerciales,
administrativos y diplomáticos.
Todos los
departamentos del gabinete de gobierno estadounidense, incluyendo el
Departamento de Estado, fueron creados por la jurisprudencia establecida.[7] Específicamente, el Departamento de Estado es
creado por la Ley Orgánica, el 15 de septiembre del 1789.[8]
Se le adjudica el poder de establecer el cuerpo diplomático a la rama ejecutiva
estadounidense. El mismo es responsable
de las relaciones exteriores entre los Estados Unidos y los países extranjeros.
[9]
En el
proceso de ley estadounidense para crear la administración diplomática, el presidente nomina a los oficiales
diplomáticos al exterior y debe estar avalado por el senado. Entre los títulos
del cuerpo diplomático figuran: el “ministro plenipotenciario, el ministro residente,
Chargés D’Affaire y los agentes comerciales”.
Los primeros tres, se reservaron para
los países de pertinencia en la política internacional a finales del siglo
XVIII”[10];
como lo fueron: Gran Bretaña, Rusia, los Países Bajos, España y Portugal.
En el
caso de España, el gobierno estadounidense creó un oficial diplomático con el
título de Ministro Residente.[11] En las Antillas Españolas se establecen unos
cuerpos diplomáticos norteamericanos dado la relevancia comercial que adquiere
la zona hispano-antillana de carácter comercial. El estilo colonial español
permitía que los gobernadores de las islas de Cuba y Puerto Rico fuesen los que
desempeñaran arbitrariamente la interacción diplomática entre los consulares
estadounidenses y el gobierno insular español. Estas instituciones iban
cónsonas con la ley de apertura comercial aprobada por el gobierno español a
finales del siglo XVIII. Además, de la política pública del Departamento de
Estado de Estados Unidos, regulada por
cambios sumatorias a las leyes que fundamentaron la existencia de estas
instituciones. La ley orgánica
estipulaba que lo más importante para los consulados a realizar eran el
bienestar y los intereses foráneos de los norteamericanos para aquel momento.[12]
En el contexto internacional, el
desarrollo institucional de las agencias diplomáticas de los Estados Unidos en
Puerto Rico, se dió durante las Guerras
de Independencia latinoamericanas.[13] Donde el reconocimiento de las nuevas
naciones en América Latina, por parte del gobierno estadounidense, puso a prueba las relaciones diplomáticas que
sostenían esta última y España. Esta situación repercutió en aspectos políticos
y económicos de las agencias consulares de Cuba y Puerto Rico.
En
1815, Puerto Rico estaba bajo la
intendencia de Alejandro Ramírez[14], cuando se invita a los Estados Unidos a
enviar oficiales comerciales con carácter diplomático a la isla. Dada la relevancia comercial que adquiere Puerto
Rico para los mercaderes estadounidenses se comienzan a establecer agencias diplomáticas
norteamericanas.
Durante
el periodo de 1789 al 1850, estaba en pleno desarrollo la organización
diplomática el Departamento de Estado de los Estados Unidos. En esa época,
el ministerio gubernamental se enfocó en salvaguardar los intereses de
los estadounidenses en el extranjero.[15]
A
través de los tiempos, las instituciones diplomáticas fueron vitales para la
transición política, el desarrollo social
y económico de las naciones. Es por esto que la historia de las
relaciones diplomáticas entre países y territorios es tan importante para la
historiografía universal.
Hasta
el momento, el servicio consular estadounidense no está históricamente
interpretado dentro de un enfoque histórico institucional en la historiografía
puertorriqueña. Esta disertación adquiere una utilidad historiográfica,
mediante la naturaleza de su enfoque investigativo. Al indagar el desenvolvimiento
administrativo- los intereses, influencia e interacción - en la etapa temprana
de los consulados norteamericanos en la isla,
se convierte en una gran aportación a la historia de las relaciones
entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Es
necesario que se analice y se documente la presencia diplomática de los Estados
Unidos en Puerto Rico durante la primera mitad del siglo XIX; para la aportación de un esquema más amplio
del protagonismo norteamericano en la historiografía puertorriqueña. Dentro del
marco teórico a utilizarse, las aportaciones de Laura Muñoz Mata-en sus
aportaciones a la historia institucional de los consulados mexicanos en el
exterior, a través de su entorno socio-político y cultural.[16]
Las
aportaciones existentes de los documentos consulares del Puerto Rico
decimonónico se han centrado en el aspecto comercial. Este es el caso de investigaciones de envergadura hechas por
peritos como la historiadora sueca Birgitt Sonesson. Sonesson ha estudiado el comercio en Puerto
Rico desde el 1765 al 1865. En la
investigación vertida, cae el análisis de despachos consulares para
complementar sus estudios en la materia.
La historiadora Luz Torruella ha
disertado sobre las relaciones comerciales entre Puerto Rico y los Estados
Unidos. Sin embargo su limitación es el vínculo comercial en sí a través de un
enfoque longitudinal. Al igual que
Sonesson, lo disertado por Torruella no se circunscribe a los despachos
consulares, ni tampoco enfoca su metodología hacia un análisis. En su estudio sobre el comercio entre Puerto
Rico y Gran Bretaña, la doctora Emma Dávila Cox, utilizó los despachos
consulares británicos como trasfondo de las relaciones comerciales entre Puerto
Rico y la corona inglesa. Aunque Dávila
Cox se centra en otro país anglosajón, su análisis no se centra en el contexto
histórico institucional, enfocándose en la misma vertiente comercial de
Torruellas y Sonneson.
En
el 2004, los historiadores Gervasio Luís García y Emma Dávila Cox unen fuerzas
para exponer matices de los despachos consulares de diversas naciones
extranjeras que establecen agencias consulares en la isla. En su aportación, los autores se enfocan en
trabajar la impresión que se lleva el oficial diplomático sobre la situación de
la Isla en temas de economía, sociedad y política. García y Dávila Cox no se enfocan en la
dinámica institucional de determinado país. Su propósito es concienciar en los
historiadores del patio la necesidad de trabajar con estos documentos.
Los
estudios realizados sobre las instituciones consulares estadounidense,
específicamente han servido para complementar la historia de las relaciones
diplomáticas entre Estados Unidos y un país determinado. En el ámbito internacional, se ha trabajado
el tema desde diferentes puntos de enfoques.
Ejemplo de esto, es el estudio que recomienda hacer las instituciones
católicas en Estados Unidos sobre la historia de las relaciones norteamericanas
con los Estados Pontificios. Utilizando
un enfoque histórico institucional, el investigador Leo F. Stock,
analiza los despachos consulares
utilizando el marco teórico de la escuela historiográfica positivista
expositiva. Metodología que resurge
luego de la Segunda Guerra Mundial. En Asia, la historia de la administración
diplomática- i.e. el enfoque institucional- sino-americano, es analizada por el historiador chino Te Kong Tong. Tong expone en su contexto
historiográfico oriental, el proceso de adaptación de las agencias a la cultura
imperial China, así como la difuminación consular de agentes estadounidenses en
el imperio durante la época de 1848 al 1860.
Kong Tong resulta ser mucho más analítico que Leo Stock en su estudio
institucional. Ya que infiere en vez de
exponer crudamente los documentos.[17]
En la
historiografía norteamericana, Charles
Stuart King se convierte en el mayor
exponente de las instituciones consulares.
Este autor estudia el desarrollo del Departamento de Estado de los
Estados Unidos como institución. Y la relación con su cuerpo diplomático en el
exterior. Stuart King expone en sus
extensos estudios que la institución diplomática fue una administración
abandonada por el gobierno central.[18] King critica,
que no solo el gobierno central descuidó al cuerpo diplomático
estadounidense, sino que los mismos historiadores norteamericanos también han
rezagado su relevancia histórica.
El
autor Harold F. Peterson logra hacer una ambiciosa aportación histórica; analizando las relaciones internacionales
entre los Estados Unidos y Argentina.[19]
Utilizando la metodología positivista histórica, Peterson estudia el desarrollo
de la institución diplomática norteamericana desde sus comienzos en el siglo
XIX. Con la guerra de la independencia
Argentina hasta el caudillismo del siglo XX.
Peterson utiliza despachos consulares de Estados Unidos, Argentina y
otros países norteamericanos para medir y analizar la influencia norteamericana
en el cono sur americano. Siguiendo el
mismo patrón positivista, el historiador Ensor French Chadwick, analiza la
institución diplomática estadounidense en España y su desarrollo diplomático
desde sus comienzos en el siglo XVIII; cuando ambos países resultaron
cobelligerentes contra Gran Bretaña.
Shurbutt, T.
Ray, ha hecho una de las mas ostentosas aportaciones históricas sobre la evolución de las instituciones
diplomáticas entre los Estados Unidos y América Latina, a partir del entre la primera mitad del siglo
XIX. A manera macro histórica, Ray describe
la situación de los consulados estadounidenses organizando su análisis por
regiones latinoamericanas. El autor
expone el desenvolvimiento diplomático por medio de la interpretación de los
distintos cónsules norteamericanos en las regiones investigadas.
A través de los despachos y
documentos diplomáticos, los historiadores latinoamericanos han dado a conocer
la dinámica histórica de los puertos comerciales en la historiografía de
América; especialmente entre la periferia caribeña, el Caribe español y la
costa mexicana del Golfo de México. Una característica de los consulados
estadounidenses en América Latina y el Caribe durante el siglo XIX fue su
distribución geopolítica. Se eligieron
consulados americanos en aquellos lugares donde se habilitaron puertos de
relevancia comercial para los Estados Unidos.
La novísima historia en
Latinoamérica ha fomentado interés por
el estudio de instituciones coloniales hispanoamericanas. Este nuevo ciclo de
renovación historiográfica revalora la función de las corporaciones mercantiles
como agentes institucionales de la política imperial en América. Los
autores Bernd Hausberger y Antonio Ibarra analizan como la conducta institucional de varios consulados americanos
devela las distintas coyunturas de la política exterior americana.[20] Según sus conclusiones, la corporación
consular se asimiló a su particular contexto, atravesando por conflictos entre
las élites regionales y los intereses involucrados en diversas estrategias de
competencia y colaboración institucional.
Dentro de la
metodología de la nueva historia, Pablo Riguzzi estudia las relaciones
comerciales entre México y estados Unidos de mediados del siglo XIX hasta
pasada la Guerra Civil Mexicana. En su
aportación, exalta - ¿Reciprocidad imposible? La política del comercio entre
México y Estados Unidos, 1857 – 1938 a la institución diplomática como un
elemento sensible de proporciones inciertas y
variables moldeado por las coyunturas económicas y políticas.
En
México se han trabajado sobre las cartas consulares y su relación con las instituciones diplomáticas establecidas
desde el siglo XIX. Ana Lilia Nieto
Camacho en su aportación La
práctica consular en el siglo XIX a través del consulado de Estados Unidos en
Veracruz, 1822-1845, explora
la práctica consular en Veracruz a lo largo de la primera mitad del siglo
XIX. A partir del análisis de la
correspondencia que los cónsules de los Estados Unidos mantuvieron con el
Departamento de Estado. Su investigación
presenta un primer acercamiento a las actividades oficiales y extraoficiales de
los cónsules en el puerto de Veracruz y resalta la importancia de estos
funcionarios para las relaciones entre México y Estados Unidos durante el
periodo señalado.
Usando otro enfoque, la autora mexicana Laura
Muñoz en su trabajo - Los puertos
mexicanos del Golfo: Los primeros años del México independiente; fuente para su
estudio- analiza la pertinencia histórica y geográfica de los puertos
comerciales. Según su aportación, los
despachos reflejan la pertinencia geopolítica que adquieren los puertos
comerciales de la costa del golfo de México a través de las instituciones
consulares foráneas allí ubicadas.
El
caso de Cuba, es otro país de importancia comercial y diplomática para los
Estados Unidos. El movimiento
documentalista nacionalista de la década de los 1920, se convierte en la base
de estudio para la investigación del protagonismo estadounidense en la historia
de la isla. Utilizan un contexto
tradicional positivista historiográfico.
En cuestiones de análisis diplomático institucional, el exponente de la
generación de los 1920, Juan Pérez de la Riva, utiliza los despachos consulares
para denotar la percepción extranjera que tiene las agencias consulares sobre
la situación socio-económica cubana durante el siglo XIX.[21] Mientras que el autor Herminio Portell Vila
en su “Historia de Cuba en sus relaciones
con los Estados Unidos y España”,
analiza los despachos consulares del siglo XIX, para explicar el patrón evolutivo de intereses norteamericanos
en Cuba. Y cómo la Isla llega a
convertirse en un protagonista relevante en el desarrollo histórico cubano, a
través del siglo decimonónico
En
el contexto del movimiento historiográfico de los Annales[22],
la historia institucional se realiza a través de un estudio comparativo de dos
consulados en la periferia caribe. El historiador francés Frederique Langue, trabajó
los despachos consulares estadounidenses de los puertos de Caracas y
Veracruz. Analiza mediante un estudio
comparativo, el pensamiento ilustrado del siglo XVIII en los oficiales
diplomáticos.[23] Es importante denotar que Frederique Langue
utiliza el análisis de los despachos consulares para enmarcarlo en la historia
de las mentalidades de la época del siglo XIX.
A
través de la Nueva Historia investigadores locales como el Doctor Lee Borges
han hecho un análisis extenso de los despachos consulares norteamericanos. El colega José Lee Borges no solo incursionó
con los despachos consulares estadounidenses pertinentes a la Embajada de
Estados Unidos de la hermana República Dominicana, sino que colaboró con otros
escritos en lugares del Caribe como St. Kitts.
El enfoque del Doctor Borges es principalmente el uso de estos despachos
para investigar movimientos sociopolíticos.[24]
Sin
embargo, ¿Qué hay de la dinámica institucional del consulado como un ente
autónomo? Es decir un análisis micro-histórico de unos satélites comerciales
estadounidenses en la región del Caribe con una agenda proto-diplomática. Más aún, que podemos indagar de estas
instituciones en el proceso histórico regionalista o micro-histórico. Estudios en la Universidad Interamericana de
Puerto Rico ya se han gestionado dichos pasos; El veterano Dr. Charnel Anderson
comenzó a escudriñar estos despachos encontrados en la biblioteca de la
mencionada institución.[25]
Uno de los primeros pasos hacia esta vertiente de recursos de recursos
históricos primarios fue la dinámica de estudiar un consulado en la región de
Guayama y su funcionamiento completamente autónomo de San Juan a través del
Cónsul estadounidense William Tracy.[26] En este estudio se analizan los por menores
de la vida cotidiana del funcionario y su relación con entes insulares. Esa es la necesidad historiográfica, indagar
más sobre estos despachos.
En conclusión, el exponer a los
estudiantes de nuestro sistema educativo a un laboratorio de documentos primarios
no es tan elaborado. Estos pueden entre
todos realizar investigaciones sobre dichas fuentes primarias y mediante un
proyecto especial contribuir a la historia de nuestro Puerto Rico.
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[2] Adam Watson, Diplomacy: The
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Internet.
[3] Ibid,
46
[4] Muñoz Mata, Laura E. “Los testimonios del
Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la historia del siglo
XIX”. 1996. Instituto Mora.
Disponible en Linea. Accezado 20 agosto 2007.
[5] Un consulado es una representación oficial de la administración de un país
en otra nación foránea.
[6] Muñoz Mata, Laura E. “Los testimonios del
Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la historia del siglo
XIX”. 1996. Instituto Mora.
Disponible en Linea. Acezado 20 agosto 2007.
[7] Charles Stuart Kennedy, The
American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914
(New York: Greenwood Press, 1990, accessed 4 October 2007), 46.
[8] William Barnes and John Heath
Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and
Functions (Washington: Department of State,1960), 31.
[9]
Ibid, 58.
[10] Estos
títulos eran los que ostentaba el personaje diplomático más importante en el
país a ser representado. El gobierno
estadounidense se encargaba de dar el nombre de acuerdo al país. Charles Stuart Kennedy, The
American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914
(New York: Greenwood Press, 1990, accessed 4 October 2007), 19
[11]
Embajador de los EEUU a España.
[12] William Barnes and John Heath
Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and
Functions (Washington: Department of State, 1960), 45.
[13]
Ibid, 67
[14] Primer
oficial en ostentar el título de la intendencia de la isla de Puerto Rico.
[15] William Barnes and John Heath
Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and
Functions (Washington: Department of State,1960), 23
[16] Muñoz Mata, Laura E. “Los
testimonios del Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la
historia del siglo XIX”. 1996. Instituto Mora. Disponible en Linea. Acezado 20 agosto 2007.
[17] Te-Kong Tong, United States
Diplomacy in China, 1844-60 (Seattle, WA: University of Washington Press,
1964, accessed 3 October 2007), 39.
[18] Charles Stuart Kennedy, The
American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914
(New York: Greenwood Press, 1990, accessed 3 October 2007), 19.
[19] Harold F. Peterson Argentina and United States 1810-1960.
(New York: State University
of New
York Press), 1964
[20] Hausberger, Bernd y
Antonio Ibarra (eds.) Comercio y Poder en
América Colonial: Los consulados de comerciantes, siglos XVII-XIX. (México:
Instituto Mora. 2003), 134.
[21] Juan Perez de
la Riva. La isla de Cuba en el siglo XIX
vista por los extranjeros, 1981. (La Habana: Editorial de
Ciencias Sociales, 1981).
[22] La
escuela historiográfica de los annals proviene de Francia a mediados del siglo
XX. Dicha escuela historiográfica
utilizaba un enfoque sociológico para ver la historia.
[23] Frederique
Langue,. Las
élites en América española, actitudes y mentalidades.
(Barcelona: Boletín
Americanista, Universidad de Barcelona), 1992-93, año XXXIII,
n°42-43, pp. 123-139.
[24] José Lee
Borges, “Los cónsules estadounidense en Republica Dominicana y el proceso de
penetración económica,” in Primer
Congreso Virtual Humanístico del Caribe (Humacao: Universidad de Puerto Rico
en Humacao, 2002), www1.uprh.educ/cvhc/joseleeborges.html. Accesed July
2013
[25] Charnel Anderson, “Ninteenth
Century Historical Background” in Lynn-Darrell Bender, ed. The
American Presence in Puerto Rico, San Juan,( Publicaciones
Puertorriqueños, 1998),29.
[26] Luis G.Rodriguez Figueroa, An American Flag in Guayama:
A case study of The United States Consular Office in Guayama, Puerto Rico
1828-1852, Disertación Doctoral, Universidad Interamericana de Puerto Rico,
Recinto Metropolitano, 2014.
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