Saturday, November 1, 2014

Bases sobre la historia e historiografia; Los consules estadounidenses en Puerto Rico durante el siglo XIX.


Muchas veces pensamos que el elaborar la historia de nuestro país o hacerla requiere una gama de artillería de estudios universitarios, graduados e investigaciones formales.  Sin embargo, muchas fuentes primarias están disponibles, inéditas y listas para ser descubiertas por un proyecto escolar en cualquier escuela superior de nuestro sistema educativo.  Los despachos estadounidenses de los consulados comerciales en Puerto Rico en el Siglo XIX.
Dada la intensa vinculación histórica entre Puerto Rico y los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX, la investigación historiográfica tiene un apoyo invaluable en toda fuente primaria que se acerque a este proceso. Por tal motivo los informes diplomáticos, particularmente los generados por los servicios consulares, poseen un rango de especial interés. En su Historia General de Puerto Rico, el historiador Fernando Picó someramente afirma la presencia de distintas agencias consulares foráneas en los puertos más relevantes de la Isla.  Picó denota que la presencia de dichas instituciones y su dinámica administrativa con el gobierno insular español, deja ver la relevancia comercial que adquiere Puerto Rico ante las reformas de Alejandro Ramírez como intendente y como consecuencia de la Cédula de Gracias del 1815.
La historiografía demuestra que documentos diplomáticos de consulados son una fuente excelente de información que se compone de documentos primarios.  El estudio de un grupo de despachos consulares son fuentes ricas en documentos reveladores sobre la percepción estadounidense sobre Puerto Rico, la historia de las instituciones consulares y sus funciones en la isla, así como el comercio de  Puerto Rico durante el siglo XIX.
         
          El título de cónsul[1] aplicaba a un oficial de la magistratura romana.[2]  Surge al sustituirse el sistema monárquico por otra forma de gobierno. Posteriormente, en la época contemporánea en Francia, el título se utiliza para el cargo ejecutivo o la primera magistratura.[3]   Previo a la coronación de Napoleón Bonaparte como primer emperador de Francia entre 1802 y 1804.[4]
El manejo de un consulado[5]  es responsabilidad del cónsul reconocer y levantar documentos oficiales de sus conciudadanos en el país exterior donde se encuentre.  En términos generales, a través de los años  los deberes de los consulados diplomáticos  incrementaron en los aspectos administrativos y deberes institucionales. 
La función principal de los consulados americanos  durante el siglo XIX fue  obtener información sobre la economía y política,  de regiones estratégicas en Latinoamérica.[6]   Para los estudiosos de la historia diplomática, los informes de los consulados  son una fuente primaria invaluable.  Estos reportes reflejan la realidad de los elementos comerciales, administrativos y diplomáticos.

Todos los departamentos del gabinete de gobierno estadounidense, incluyendo el Departamento de Estado, fueron creados por la jurisprudencia establecida.[7]  Específicamente, el Departamento de Estado es creado  por la Ley Orgánica,  el 15 de septiembre del 1789.[8] Se le adjudica el poder de establecer el cuerpo diplomático a la rama ejecutiva estadounidense.  El mismo es responsable de las relaciones exteriores entre los Estados Unidos y los países extranjeros. [9]
En el proceso de ley estadounidense para crear la administración diplomática,  el presidente nomina a los oficiales diplomáticos al exterior y debe estar avalado por el senado. Entre los títulos del cuerpo diplomático figuran: el  “ministro plenipotenciario, el ministro residente, Chargés D’Affaire y los agentes comerciales”. Los primeros tres,  se reservaron para los países de pertinencia en la política internacional a finales del siglo XVIII”[10]; como lo fueron: Gran Bretaña, Rusia, los Países Bajos, España y Portugal. 
En el caso de España, el gobierno estadounidense creó un oficial diplomático con el título de Ministro Residente.[11]  En las Antillas Españolas se establecen unos cuerpos diplomáticos norteamericanos dado la relevancia comercial que adquiere la zona hispano-antillana de carácter comercial. El estilo colonial español permitía que los gobernadores de las islas de Cuba y Puerto Rico fuesen los que desempeñaran arbitrariamente la interacción diplomática entre los consulares estadounidenses y el gobierno insular español. Estas instituciones iban cónsonas con la ley de apertura comercial aprobada por el gobierno español a finales del siglo XVIII.  Además,  de la política pública del Departamento de Estado de Estados Unidos,  regulada por cambios sumatorias a las leyes que fundamentaron la existencia de estas instituciones. La  ley orgánica estipulaba que lo más importante para los consulados a realizar eran el bienestar y los intereses foráneos de los norteamericanos para aquel momento.[12]
En el contexto internacional, el desarrollo institucional de las agencias diplomáticas de los Estados Unidos en Puerto Rico,  se dió durante las Guerras de Independencia latinoamericanas.[13]  Donde el reconocimiento de las nuevas naciones en América Latina, por parte del gobierno estadounidense,  puso a prueba las relaciones diplomáticas que sostenían esta última y España. Esta situación repercutió en aspectos políticos y económicos de las agencias consulares de Cuba y Puerto Rico.
En 1815, Puerto Rico estaba  bajo la intendencia de Alejandro Ramírez[14],  cuando se invita a los Estados Unidos a enviar oficiales comerciales con carácter diplomático a la isla. Dada  la relevancia comercial que adquiere Puerto Rico para los mercaderes estadounidenses se comienzan a establecer agencias diplomáticas norteamericanas.
Durante el periodo de 1789 al 1850, estaba en pleno desarrollo la organización diplomática el Departamento de Estado de los Estados Unidos.  En esa época,  el ministerio gubernamental se enfocó en salvaguardar los intereses de los estadounidenses en el extranjero.[15] 
A través de los tiempos, las instituciones diplomáticas fueron vitales para la transición política, el desarrollo social  y económico de las naciones. Es por esto que la historia de las relaciones diplomáticas entre países y territorios es tan importante para la historiografía universal.
Hasta el momento, el servicio consular estadounidense no está históricamente interpretado dentro de un enfoque histórico institucional en la historiografía puertorriqueña. Esta disertación adquiere una utilidad historiográfica, mediante la naturaleza de su enfoque investigativo.  Al indagar el desenvolvimiento administrativo- los intereses, influencia e interacción - en la etapa temprana de los consulados norteamericanos en la isla,  se convierte en una gran aportación a la historia de las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Es necesario que se analice y se documente la presencia diplomática de los Estados Unidos en Puerto Rico durante la primera mitad del siglo XIX;  para la aportación de un esquema más amplio del protagonismo norteamericano en la historiografía puertorriqueña. Dentro del marco teórico a utilizarse, las aportaciones de Laura Muñoz Mata-en sus aportaciones a la historia institucional de los consulados mexicanos en el exterior, a través de su entorno socio-político y cultural.[16]
Las aportaciones existentes de los documentos consulares del Puerto Rico decimonónico se han centrado en el aspecto comercial.  Este es el caso de  investigaciones de envergadura hechas por peritos como la historiadora sueca Birgitt Sonesson.  Sonesson ha estudiado el comercio en Puerto Rico desde el 1765 al 1865.   En la investigación vertida, cae el análisis de despachos consulares para complementar sus estudios en la materia. 
          La historiadora Luz Torruella ha disertado sobre las relaciones comerciales entre Puerto Rico y los Estados Unidos.  Sin embargo su limitación  es el vínculo comercial en sí a través de un enfoque longitudinal.  Al igual que Sonesson, lo disertado por Torruella no se circunscribe a los despachos consulares, ni tampoco enfoca su metodología hacia un análisis.  En su estudio sobre el comercio entre Puerto Rico y Gran Bretaña, la doctora Emma Dávila Cox, utilizó los despachos consulares británicos como trasfondo de las relaciones comerciales entre Puerto Rico y la corona inglesa.   Aunque Dávila Cox se centra en otro país anglosajón, su análisis no se centra en el contexto histórico institucional, enfocándose en la misma vertiente comercial de Torruellas y Sonneson.
En el 2004, los historiadores Gervasio Luís García y Emma Dávila Cox unen fuerzas para exponer matices de los despachos consulares de diversas naciones extranjeras que establecen agencias consulares en la isla.  En su aportación, los autores se enfocan en trabajar la impresión que se lleva el oficial diplomático sobre la situación de la Isla en temas de economía, sociedad y política.  García y Dávila Cox no se enfocan en la dinámica institucional de determinado país. Su propósito es concienciar en los historiadores del patio la necesidad de trabajar con estos documentos.

Los estudios realizados sobre las instituciones consulares estadounidense, específicamente han servido para complementar la historia de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y un país determinado.  En el ámbito internacional, se ha trabajado el tema desde diferentes puntos de enfoques.  Ejemplo de esto, es el estudio que recomienda hacer las instituciones católicas en Estados Unidos sobre la historia de las relaciones norteamericanas con los Estados Pontificios.  Utilizando un enfoque histórico institucional, el investigador Leo F. Stock, analiza  los despachos consulares utilizando el marco teórico de la escuela historiográfica positivista expositiva.  Metodología que resurge luego de la Segunda Guerra Mundial. En Asia, la historia de la administración diplomática- i.e. el enfoque institucional- sino-americano,  es analizada por el historiador chino Te Kong Tong.  Tong expone en su contexto historiográfico oriental, el proceso de adaptación de las agencias a la cultura imperial China, así como la difuminación consular de agentes estadounidenses en el imperio durante la época de 1848 al 1860.  Kong Tong resulta ser mucho más analítico que Leo Stock en su estudio institucional.  Ya que infiere en vez de exponer crudamente los documentos.[17]
En la historiografía norteamericana, Charles Stuart King  se convierte en el mayor exponente de las instituciones consulares.  Este autor estudia el desarrollo del Departamento de Estado de los Estados Unidos como institución.  Y  la relación con su cuerpo diplomático en el exterior.  Stuart King expone en sus extensos estudios que la institución diplomática fue una administración abandonada por el gobierno central.[18]  King critica,  que no solo el gobierno central descuidó al cuerpo diplomático estadounidense, sino que los mismos historiadores norteamericanos también han rezagado su relevancia histórica.
El autor Harold F. Peterson logra hacer una ambiciosa aportación histórica;  analizando las relaciones internacionales entre los Estados Unidos y Argentina.[19] Utilizando la metodología positivista histórica, Peterson estudia el desarrollo de la institución diplomática norteamericana desde sus comienzos en el siglo XIX.  Con la guerra de la independencia Argentina hasta el caudillismo del siglo XX.  Peterson utiliza despachos consulares de Estados Unidos, Argentina y otros países norteamericanos para medir y analizar la influencia norteamericana en el cono sur americano.  Siguiendo el mismo patrón positivista, el historiador Ensor French Chadwick, analiza la institución diplomática estadounidense en España y su desarrollo diplomático desde sus comienzos en el siglo XVIII; cuando ambos países resultaron cobelligerentes contra Gran Bretaña.
Shurbutt, T. Ray, ha hecho una de las mas ostentosas aportaciones históricas sobre  la evolución de las instituciones diplomáticas entre los Estados Unidos y América Latina,  a partir del entre la primera mitad del siglo XIX.  A manera macro histórica, Ray describe la situación de los consulados estadounidenses organizando su análisis por regiones latinoamericanas.  El autor expone el desenvolvimiento diplomático por medio de la interpretación de los distintos cónsules norteamericanos en las regiones investigadas.
A través de los despachos y documentos diplomáticos, los historiadores latinoamericanos han dado a conocer la dinámica histórica de los puertos comerciales en la historiografía de América; especialmente entre la periferia caribeña, el Caribe español y la costa mexicana del Golfo de México. Una característica de los consulados estadounidenses en América Latina y el Caribe durante el siglo XIX fue su distribución geopolítica.  Se eligieron consulados americanos en aquellos lugares donde se habilitaron puertos de relevancia comercial para los Estados Unidos.
La novísima historia en Latinoamérica ha fomentado interés  por el estudio de instituciones coloniales hispanoamericanas. Este nuevo ciclo de renovación historiográfica revalora la función de las corporaciones mercantiles como agentes institucionales de la política imperial en América. Los autores  Bernd Hausberger y Antonio Ibarra analizan como la conducta institucional de varios consulados americanos devela las distintas coyunturas de la política exterior americana.[20]  Según sus conclusiones, la corporación consular se asimiló a su particular contexto, atravesando por conflictos entre las élites regionales y los intereses involucrados en diversas estrategias de competencia y colaboración institucional.
Dentro de la metodología de la nueva historia, Pablo Riguzzi estudia las relaciones comerciales entre México y estados Unidos de mediados del siglo XIX hasta pasada la Guerra Civil Mexicana.  En su aportación,  exalta - ¿Reciprocidad imposible? La política del comercio entre México y Estados Unidos, 1857 – 1938 a la institución diplomática como un elemento sensible de proporciones inciertas y variables moldeado por las coyunturas económicas y políticas.
En México se han trabajado sobre las cartas consulares y su relación con  las instituciones diplomáticas establecidas desde el siglo XIX.  Ana Lilia Nieto Camacho en su aportación La práctica consular en el siglo XIX a través del consulado de Estados Unidos en Veracruz, 1822-1845,  explora la práctica consular en Veracruz a lo largo de la primera mitad del siglo XIX.  A partir del análisis de la correspondencia que los cónsules de los Estados Unidos mantuvieron con el Departamento de Estado.  Su investigación presenta un primer acercamiento a las actividades oficiales y extraoficiales de los cónsules en el puerto de Veracruz y resalta la importancia de estos funcionarios para las relaciones entre México y Estados Unidos durante el periodo señalado.
 Usando otro enfoque, la autora mexicana Laura Muñoz en su trabajo - Los puertos mexicanos del Golfo: Los primeros años del México independiente; fuente para su estudio- analiza la pertinencia histórica y geográfica de los puertos comerciales.  Según su aportación, los despachos reflejan la pertinencia geopolítica que adquieren los puertos comerciales de la costa del golfo de México a través de las instituciones consulares foráneas allí ubicadas.
El caso de Cuba, es otro país de importancia comercial y diplomática para los Estados Unidos.   El movimiento documentalista nacionalista de la década de los 1920, se convierte en la base de estudio para la investigación del protagonismo estadounidense en la historia de la isla.   Utilizan un contexto tradicional positivista historiográfico.  En cuestiones de análisis diplomático institucional, el exponente de la generación de los 1920, Juan Pérez de la Riva, utiliza los despachos consulares para denotar la percepción extranjera que tiene las agencias consulares sobre la situación socio-económica cubana durante el siglo XIX.[21]  Mientras que el autor Herminio Portell Vila en su “Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España”,  analiza los despachos consulares del siglo XIX, para explicar el  patrón evolutivo de intereses norteamericanos en Cuba.  Y cómo la Isla llega a convertirse en un protagonista relevante en el desarrollo histórico cubano, a través del siglo decimonónico
En el contexto del movimiento historiográfico de los Annales[22], la historia institucional se realiza a través de un estudio comparativo de dos consulados en  la periferia caribe.  El historiador francés Frederique Langue,  trabajó los despachos consulares estadounidenses de los puertos de Caracas y Veracruz.   Analiza mediante un estudio comparativo, el pensamiento ilustrado del siglo XVIII en los oficiales diplomáticos.[23]  Es importante denotar que Frederique Langue utiliza el análisis de los despachos consulares para enmarcarlo en la historia de las mentalidades de la época del siglo XIX.
A través de la Nueva Historia investigadores locales como el Doctor Lee Borges han hecho un análisis extenso de los despachos consulares norteamericanos.  El colega José Lee Borges no solo incursionó con los despachos consulares estadounidenses pertinentes a la Embajada de Estados Unidos de la hermana República Dominicana, sino que colaboró con otros escritos en lugares del Caribe como St. Kitts.  El enfoque del Doctor Borges es principalmente el uso de estos despachos para investigar movimientos sociopolíticos.[24]
Sin embargo, ¿Qué hay de la dinámica institucional del consulado como un ente autónomo? Es decir un análisis micro-histórico de unos satélites comerciales estadounidenses en la región del Caribe con una agenda proto-diplomática.  Más aún, que podemos indagar de estas instituciones en el proceso histórico regionalista o micro-histórico.  Estudios en la Universidad Interamericana de Puerto Rico ya se han gestionado dichos pasos; El veterano Dr. Charnel Anderson comenzó a escudriñar estos despachos encontrados en la biblioteca de la mencionada institución.[25] Uno de los primeros pasos hacia esta vertiente de recursos de recursos históricos primarios fue la dinámica de estudiar un consulado en la región de Guayama y su funcionamiento completamente autónomo de San Juan a través del Cónsul estadounidense William Tracy.[26]  En este estudio se analizan los por menores de la vida cotidiana del funcionario y su relación con entes insulares.  Esa es la necesidad historiográfica, indagar más sobre estos despachos.
En conclusión, el exponer a los estudiantes de nuestro sistema educativo a un laboratorio de documentos primarios no es tan elaborado.  Estos pueden entre todos realizar investigaciones sobre dichas fuentes primarias y mediante un proyecto especial contribuir a la historia de nuestro Puerto Rico.           






















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[1] Palabra que proviene del titular imperial romano consule.
[2] Adam Watson, Diplomacy: The Dialogue between States [book on-line] (New York: Routledge, 1991, accessed 4 October 2007), 14; available from Questia, http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=107466834; Internet.
[3] Ibid, 46
[4] Muñoz Mata, Laura E. “Los testimonios del Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la historia del siglo XIX”. 1996. Instituto Mora. Disponible en Linea. Accezado 20 agosto 2007. 
[5] Un consulado es una representación oficial de la administración de un país en otra nación foránea.
[6] Muñoz Mata, Laura E. “Los testimonios del Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la historia del siglo XIX”. 1996. Instituto Mora. Disponible en Linea. Acezado 20 agosto 2007. 
[7] Charles Stuart Kennedy, The American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914 (New York: Greenwood Press, 1990, accessed 4 October 2007), 46.
[8] William Barnes and John Heath Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and Functions (Washington: Department of State,1960), 31.
[9] Ibid, 58.
[10] Estos títulos eran los que ostentaba el personaje diplomático más importante en el país a ser representado.  El gobierno estadounidense se encargaba de dar el nombre de acuerdo al país. Charles Stuart Kennedy, The American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914 (New York: Greenwood Press, 1990, accessed 4 October 2007), 19
[11] Embajador de los EEUU a España.
[12] William Barnes and John Heath Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and Functions (Washington: Department of State, 1960), 45.
[13] Ibid, 67
[14] Primer oficial en ostentar el título de la intendencia de la isla de Puerto Rico.
[15] William Barnes and John Heath Morgan, The Foreign Service of the United States, Origins Developments and Functions (Washington: Department of State,1960), 23
[16] Muñoz Mata, Laura E. “Los testimonios del Consulado mexicano en La Habana: una fuente olvidada para la historia del siglo XIX”. 1996. Instituto Mora. Disponible en Linea. Acezado 20 agosto 2007. 

[17] Te-Kong Tong, United States Diplomacy in China, 1844-60 (Seattle, WA: University of Washington Press, 1964, accessed 3 October 2007), 39.
[18] Charles Stuart Kennedy, The American Consul: A History of the United States Consular Service, 1776-1914 (New York: Greenwood Press, 1990, accessed 3 October 2007), 19.
[19] Harold F. Peterson Argentina and United States 1810-1960. (New York: State University
of New York Press), 1964
[20] Hausberger, Bernd y Antonio Ibarra (eds.) Comercio y Poder en América Colonial: Los consulados de comerciantes, siglos XVII-XIX. (México: Instituto Mora. 2003), 134.

[21] Juan Perez de la Riva. La isla de Cuba en el siglo XIX vista por los extranjeros, 1981. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales,  1981).

[22] La escuela historiográfica de los annals proviene de Francia a mediados del siglo XX.  Dicha escuela historiográfica utilizaba un enfoque sociológico para ver la historia.
[23] Frederique Langue,. Las élites en América española, actitudes y mentalidades. (Barcelona: Boletín Americanista, Universidad de Barcelona), 1992-93, año XXXIII, n°42-43, pp. 123-139.

[24] José Lee Borges, “Los cónsules estadounidense en Republica Dominicana y el proceso de penetración económica,” in Primer Congreso Virtual Humanístico del Caribe (Humacao: Universidad de Puerto Rico en Humacao, 2002), www1.uprh.educ/cvhc/joseleeborges.html. Accesed July 2013
[25] Charnel Anderson, “Ninteenth Century Historical Background” in Lynn-Darrell Bender, ed. The American Presence in Puerto Rico, San Juan,( Publicaciones Puertorriqueños, 1998),29.

[26] Luis G.Rodriguez Figueroa, An American Flag in Guayama: A case study of The United States Consular Office in Guayama, Puerto Rico 1828-1852, Disertación Doctoral, Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, 2014.

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