Monday, November 3, 2014

Los Criollos ilustrados de las Antillas Españolas antes de la revolución francesa. El caso de las crónicas expuestas de Nicolás Joseph de Ribera, Antonio Sánchez Valverde y Martín Félix de Arrate.



 Introducción.
Este estudio tiene como propósito el establecer el patrón del pensamiento ilustrado en la historiografía hispano-caribeña.  Dentro de la historiografía crítica de las América, la ilustración se convirtió en el movimiento metodológico de los historizantes del siglo XVIII. 
Mediante un estudio de caso de las crónicas expuestas por tres autores contemporáneos de las Antillas españolas analizaremos el patrón del pensamiento ilustrado por medio de la inferencia de lo documentado.  La historiografía del siglo XVIII en el caribe hispano logra rebasar toda forma de teocentrismo, estableciéndose el racionalismo ilustrado como pensamiento influyente en los autores históricos de la época.
Esta investigación revisará la forma de escribir de los historiadores José Félix de Arrate, Nicolás Joseph de Ribera y el reverendo Padre Sánchez Valverde, para identificar patrones historiográficos ilustrado confrontando los documentos con un marco referencial del pensamiento ilustrado humanista.







Las Crónicas
Según la definición de la Real Academia de la Lengua Española, una crónica es la documentación de la historia que se observa en el orden de los tiempos.   El uso de las crónicas ha existido desde tiempos inmemorables y está vigente en el presente.  Aunque es una fuente por excelencia, historiográficamente hay que tomar en cuenta que sus autores vierten sus experiencias y la preceptiva observable para documentar una fuente, evento o circunstancia.
              La crónica ha creado un debate sobre su clasificación como fuente histórica.  Muchos historiadores, especialmente los ultra-positivistas declaran que las crónicas no son una fuente primaria debido a que el suceso era fuente primaria para aquél que la observaba. El doctor Frederick H. Barreda y Monge estipula que una crónica al ser publicada se convierte en una fuente secundaria, mientras que los doctores Pablo Hernández, Pedro González y Everlydis Vargas argumentan que una crónica es fuente primaria aún siendo publicada debido a que se le delegan a otras especialidades historizantes como la paleografía y la etnografía la facilitación de la fuente a los historiadores para los análisis.
          Las crónicas se pueden dividir en dos causales.  Las crónicas por placer y las crónicas de encomiendas.  Las crónicas por encomiendas son mandadas a hacer por un oficial durante alguna época de la historia, mientras que la de placer es escrita por motus propio.  Es importante recalcar que ante la historiografía, los cronistas gozan de inmunidad, por cuanto una crónica no tiene la intención de análisis histórico, sino que se circunscribe al detalle de lo que se observó.[1] Es importante destacar que si se establece un análisis historiográfico serio hacia una crónica, no se pueden juzgar a las mismas con movimientos historizantes de aquellos cuyo aporte era analizar la historia.  Pues no es lo mismo plasmar lo que se ve, que analizar a manera histórica lo que se está viendo o lo recordado.  El prisma de la subjetividad siempre va a estar presente en una crónica.  Es de suma importancia que se identifique el pensamiento de los cronistas para poder filtrar el contexto de dichos escritos como fuente histórica.
La Ilustración dentro de la historiografía.
El pensamiento base del pensamiento historiográfico ilustrado lo es el humanismo. El humanismo se define como la historia vista por un proceso y una teoría causal, las cosas pasan por unas causas ineludibles que llevan a unos efectos en sus eventos.
 Es necesario recordar a la figura de Isaac Newton, el padre del cálculo mecánico.  Isaac Newton[2], con su Ley de Gravedad[3], define el universo a través de unas leyes o preceptos, estableciendo una parte mecánica en la academia. Las leyes de newton establecen un orden mecánico del mundo, un todo ordenado armonioso que pone a un ente divino como arquitecto del universo. El Dr. Miguel A. Riestra le atribuye este mecanicismo al pensamiento realista, mientras que Vargas explica rastros inductivos en esta cosmovisión de lo existente como una gran maquina.  Newton influye en Maquiavello que entonces ve la historia de manera mecánica e ineludible por medio de los procesos políticos.  La importancia de Maquiavello como personaje historiográfico es que crea la historia política dentro de la cosmovisión descartiana.  A diferencia de Polibio, Maquiavello no establece una mítica resaltada por la política, pero usa la política como herramienta humanista de la historia.  Por ende el humanismo depura filtra lo mítico de los acontecimientos en su cosmovisión histórica.
El conocimiento se comienza a dar por una teoría empírica centrándose en la capacidad del ser humano de investigar.  El renacimiento le devuelve el poder del conocimiento al individuo, es decir se erradica el oscurantismo medieval.  En esta época la “objetividad” es el norte de la cosmovisión histórica.  ¿Como aparece la objetividad?  Usando un método científico: observando investigando y probando.  La verdad no se busca por una intuición o por lógica, la verdad hay que probarla.

Un evento importante para entender la trascendencia histórica y su cambio metafísico es la revolución francesa.  Según Vargas es el punto culminante del humanismo mecánico.  Vargas enfatiza la cosmovisión ilustrada como eje de la revolución, mientras que Oquendo difumina este mecanicismo como una de las muchas causas de la revolución.  Lo que empieza por una convocatoria a los Estados Generales[4] de Francia en medio de una tensión social por un déficit económico.  Mientras los pobres pasan hambre, los nobles siguen una vida de banalidades exentos impuestos.  Todo culmina con la entronización de un patético noble corzo como un emperador autoproclamado que convierte a Francia en una nación revisionista que acaba con la hegemonía europea.
El Revuelo francés provocó en Europa un efecto chocante, Francia, la hija mayor de la iglesia, se convierte en un estado prácticamente ateo.  Se cierran las iglesias y ocurre lo que muchas personas no esperaban: La separación de la religión y el estado. 
El pensamiento ilustrado viene acompañado por la teoría fisiócrata. La fisiocracia surge como una reacción de tipo intelectual a la común concepción de la vida intervencionista del pensamiento mercantilista. Y para ahondar más las diferencias, estudiaron las fuerzas reales que conducen al desarrollo y creación del valor físico, siendo los primeros en aplicar el método científico a la economía.[5]
François Quesnay, en su obra Tableau Economique, elaboró la primera descripción de la economía como un flujo circular de bienes y dinero. Este flujo de bienes a cambio de dinero se daría entre tres clases sociales: los agricultores, los terratenientes, y los comerciantes e industriales. Para Quesnay, que era médico, la circulación de la riqueza en una nación era como la circulación de la sangre en el cuerpo.
Los fisiócratas consideraban que toda la riqueza venía de la tierra y que, de todas las demás ramas de la actividad, sólo la agricultura producía más de lo que se necesitaba para mantener a los que se ocupaban de ella. Al provenir de la tierra el único excedente, hacia ella debía dirigirse el estado para obtener fondos, por lo que propugnaban el impuesto único sobre la tierra y sugerían la anulación de todos los establecidos por los mercantilistas. La tendencia general de los fisiócratas es el libre cambio. La tarea del economista se reduce a descubrir el juego de las leyes naturales.[6] La intervención del estado es inútil, pues no haría otra cosa que interferir ese orden esencial. El interés de los fisiócratas se concentraba en gran medida en la definición de una estrategia macroeconómica de desarrollo que incluyera políticas coherentes.
Para los fisiócratas, en oposición al mercantilismo, la riqueza de una nación procedía de su capacidad de producción y no de las riquezas acumuladas por el comercio internacional. Y consideraban que la única actividad generadora de riqueza para las naciones era la agricultura.
Los fisiócratas asumieron que dada su observación de los mercados, la manufactura era una actividad estéril, ya que no se veía un gran avance en este sector. Obviamente, esto se debía al tamaño de la industria de entones, anterior a la revolución industrial. Lo cual constituye una falla en su análisis, que se deriva también del mayor interés en la productividad física y no en la productividad del valor. También defendían que la agricultura era el único sector productivo capaz de crear riqueza, mientras que el comercio y la industria tan sólo permitían la distribución de esta riqueza; los fisiócratas estaban en contra de las políticas de comercio internacional mercantilistas, favorecedoras del proteccionismo.[7]

Cronistas criollos.
El concepto del criollo para el siglo XVIII es determinante para entender las crónicas ilustradas que dejaron los historiadores de la época.  Según el Dr. Pablo Hernández González, en su seminario doctoral sobre la historiografía crítica en otoño del 2007, el criollo antillano era un concepto de un conglomerado racial compuesto por negros libres, mulatos, blancos nacidos en las islas del caribe.  El criollo para esta época ya reconoce un nacionalismo de corte monárquico, que separa los conceptos de patria y de nacionalismo.[8]  En el caso del criollo español, la patria se definía como la región donde se nació, mientras que la nación era España debido a la soberanía del rey; su vasallaje a éste.
Nicolás Joseph de Ribera.
     Entre los cronistas criollos conocidos en las antillas españolas del siglo del XVIII se encuentra el togado Joseph de Ribera. Perteneciente de la aristocracia criolla contemporánea, deja un importante legado historiográfico sobre la región de San Cristóbal de la Habana en la isla de Cuba  Aunque se desconocen las fechas exactas de su nacimiento en La Habana y su muerte en Portugal, la autora Hortensia Pichardo lo ubica en la época de Morel de Santa Cruz por medio de archivos eclesiásticos en actas de matrimonio.  Entre los datos específicos del autor se pueden constatar  su entrada en la universidad de de la Habana en 1732. 
Ribera estudia derecho canónico en la Universidad de La Habana, graduándose con especialidad en Sagrados Cánones[9] dentro de su concentración.[10]  Posteriormente se convertirse en catedrático de la Universidad de San Jerónimo, ubicada en la misma ciudad.  Entre el 1748 al 1752, este cronista imparte clases de leyes y derechos canónico.[11] 
Joseph de Ribera no se circunscribe a la academia post-secundaria, también se destaca como abogado de pleitos territoriales, en donde llegó a representar la corona española.  Entre los que menciona el Dr. Pablo J. Hernández en su cátedra de Historiografía crítica en otoño del 2007, el caso de los terrenos realengos en pleitos con los vecinos de la región de Bayamo.   Ribero se especializa en pleitos de contrabando, reflejando el conocimiento sobre estos en sus escritos.
Se convierte en miembro del bufete de Don Bernardo de Urrutia Matos, un reconocido aristócrata y profesor de la escuela de Leyes.  Urrutia Matos es un burócrata, con el titulo de alcalde ordinario del cabildo de la ciudad de La Habana.[12]  Bajo la influencia de Urrutia Matos, Joseph de Ribera, adquiere conocimientos sobre la línea comercial y mercantil.  Algunos autores señalan que los escritos de Urrutia Matos, como el “Proemio geográfico mercantil” del 1749 influye en las recomendaciones vertidas por Ribero sobre la preocupación por el fomento económico y las recomendaciones vertidas por dicho cronista en sus escritos sobre el  territorio cubano.
Durante el año del 1762, Joseph de Ribero pide una licencia de tipo sabática y se va a España de manera personal, es decir sin motivo oficial de profesión o encargo.  No sin antes plasmar su peritaje en una sencilla recomendación a los ministerios del gobierno de España entre los años 1759-1760.  Joseph de Ribero trata de pedir una extensión a la sabática pedida-prerrogativa del Rey de España-y le fue revocada.  Por asuntos no constatados por la historia bibliográfica Ribero se queda en La Península Ibérica.
Su estilo de escritura es uno sobrio y discreto, logrando un distanciamiento profesional en sus recomendaciones hacia los administradores de Indias.  Esto queda demostrado en su prologo, el cual en vez de personalizar las recomendaciones, pone sus relatos a merced del cabildo como entidad política recomendante.  Sin embargo, su peritaje no le quita la sencillez con la que se dirige al lector.  Su enfoque es uno de corte analítico, típico del siglo de las luces, marcando su crónica la metodología de la época, un análisis detallado que sustentaran una secuencia de recomendaciones. Ribero practica como parte de su análisis historiográfico utiliza el contexto legal que aprendió como letrado.  Estos e puede apreciar en su crítica a la administración publica practicada por la corona española. Criticando el sistema burocrático que dejo en entorno la ya desaparecido Consejo de Indias.   Pichardo Viñals nos deja entrever el estilo documental refrenado de sentimentalismo que implementa Nicolás Joseph de Ribera.
Al terminar la lectura (...) queda la impresión de que ha sido escrita por un español que conoce bien la Isla de Cuba y cree que en ella hay muchas cosas que mejorar y arreglar, pero no para beneficios de sus habitantes sino de su metrópoli, que no ha sabido o no ha querido aprovechar mejor el prodigioso suelo y la magnífica situación de su colonia para su mayor enriquecimiento.
No hay en Ribera ni un atisbo de amor a la tierra en que nació, ni un asomo de que la aprecia por sí misma, sino como la más rica de las posesiones españolas y la plaza más fuerte de América, cosas ambas que la corona debe tratar de acrecentar.

En el caso de los escritos de Joseph de Ribera, su aportación se compone veintiséis capítulos, trece de corte analítico y otros trece los que establece las recomendaciones a modo de causa y efecto.  Esta metodología nos deja ver el marco referencial humanista ilustrado en el siglo XVIII de Joseph de Ribero.  El análisis, seguido por recomendaciones es una característica del escrito histórico durante la época del siglo de las luces. Como es común dentro de la metodología humanista positivista de la historia iluminada, Ribero expone sus puntos en una serie de subdivisiones en su escrito a manera de epígrafe. Su escrito es imparcial dentro de un contexto racionalista. 
                    Ribero critica la falta de planificación rural y la carencia de una cartografía definida en cuanto a la isla de Cuba y el resto del imperio.  Su enfoque es uno fisiócrata[13], es decir, la riqueza de una nación proviene de su tierra.  Ribero implica que el imperio español desconocía su potencial económico en las tierras de América y de la relevancia productiva que tenia una isla como la de Cuba para la corona.  En su exposición, el criollo ilustrado Joseph de Ribero usa una metodología comparativa: al mencionar los sistemas ingleses y holandeses y compararlos con el español.  En su análisis económico concluye que el imperio ha perdido debido al desgaste de sus recursos hacia intereses franco-nórdicos. Ribero critica la economía  basada en el sistema de las corporaciones hasta aquel momento existente. [14]
 El cronista implica que el desconocimiento de sus tierras, el sistema económico corporativo y burocrático, así como la falta de explotación de recursos humanos que ofrece el sistema esclavista son los factores que impiden un progreso económico comercial en el imperio español en América, en este caso Cuba.[15]  España descuida el potencial agrícola de sus posesiones al seguir con el sistema mercantilista.  El sistema, tanto como el hombre, en su desempeño son ociosos y de poca inventiva ante tan ricos recursos provistos ante ellos.[16]
                    Entre las recomendaciones que hace al sector publico pertinente del asunto en tema, Ribero propugna aumentar la población de la isla de Cuba, tanto la esclava como la blanca.  Incrementar los recursos de la defensa por medio de los colonos blancos a traer, pues al querer estabilidad, los colonos lucharían por una hegemonía y estabilidad comercial próspera.  Demográficamente, el cronista recomienda difuminar la población criolla para crear estratégicamente un balance entre los inmigrados con los ya conocedores de los recursos de la isla.  Entre los colonos blancos a traer, Joseph de Ribero recomienda los isleños de las islas Canarias, que resultaban muy diestros en el manejo de la tierra y de los recursos agrícolas.  Estas recomendaciones dejan entrever la fuerte mentalidad fisiócrata que tenía el cronista con respecto a la prosperidad de la isla de Cuba. Ribero recomienda la explotación de los recursos forestales que en aquel momento tenía las antillas españolas para proveer madera en calidad de producto de astillería.  La madera de las antillas podría ser un recurso invaluable para la fabricación de recurso naval para una marina española mas fortalecida. [17]
  En un contexto legal, Ribero sugiere la revisión de leyes insulares y peninsulares, en especial aquellas pertinentes a la tierra y el desempeño productivo agrario.  El autor critica el hecho de que las leyes estaban escritas en un papel, pero no eran ni seguidas por los habitantes insulares ni tampoco implementadas por aquellos oficiales correspondientes.  En especial, de Ribero hace recomendaciones sobre aquellas leyes pertinentes a la ganadería.  El ganado matrero en aquel tiempo era uno de los recursos más importantes que tenía la isla de Cuba para canjear con los mercados de otras partes del imperio.[18]

                    Ribera peca de no citar sus fuentes, esto planteado por la misma Hortensia Pichardo en sus escritos.
“A diferencia de Arrate y Urrutia no menciona sus fuentes. En la dedicatoria dice: «Aviendo recopilado aquellas noticias de la Isla de Cuba que juzgué más importante; hize varias reflexiones sobre lo que convendría reformar...» pero teme que «con cinco años de ausencia haya caído en muchas faltas mi memoria» por lo que se debe inferir que escribió a base de las notas que había tomado en la Isla y de lo que se recordaba, pero sin acudir a otras fuentes, lo cual lo llevó a veces a cometer errores como el de decir en el "Discurso 3º" que los españoles fundaron en Cuba seis pueblos, pasando por alto a Sancti Spíritus, y que Hernán Cortés armó en Cuba dos expediciones para la conquista de México. A pesar de lo cual demuestra que está enterado de los asuntos de la Isla, y que conoce su geografía, sobre todo si se tiene en cuenta la época en que escribe... .”[19]

De Felix de Arrate
          José Félix de Arrate se caracterizó por ser un miembro ilustrado dentro la aristocracia criolla habanera.[20] Aparte de este dato, no hay mucho dato biográfico sobre dicho cronista.  Según los historiadores Pablo J. Hernández y Roberto González Echeverría, Félix de Arrate se caracteriza por utilizar el patriotismo criollo que se caracterizó en las colonias españolas durante esa época.  Este patriotismo era dual, en el contexto colonial español; el monarca como soberano con ente españolizante y la colonia exaltada como la patria.  En este marco, Arrate resalta lo que llegó a llamar la cubanía, es decir el sentimiento de pertinencia a Cuba como la patria chica.[21]  Es importante denotar que aunque el fenómeno de cubanía está presente dentro de lo expuesto por Arrate, la línea teórica sigue siendo la flemática metodología ilustrada que inhibe todo sentimiento.
Su visión exalta el protagonismo aristocrático en la ilustración.  La aristocracia para ese momento eran por excelencia la estratificación social laica que tenían el tiempo para pensar y analizar los asuntos.[22]  En 1734, Félix de Arrate se convierte en regidor perpetuo de La Habana y en 1752 fue alcalde ordinario del ayuntamiento de esta comarca.[23]  Arrate se destaca por su servicio “eficiente” a la administración insular y a la corona española.[24]
En sus escritos Arrate lamenta la falta de documentación histórica que padece la isla para mediados del siglo XVIII.  Este criollo se propone a resolver dicha situación aportando a la historiografía cubana con sus crónicas.[25]  Su aportación de recomendaciones está hecho no con su autoría, sino con la personalidad colectiva del cabildo, personificando metafóricamente dicha institución pública.  En su exposición José Félix de Arrate explica el motus de sus escritos: “documento por que no se documentó”[26]
En su estilo Arrate, lleva marcada la mentalidad ilustrada utilizando la metodología racional y el método empírico Aristotélico.  Al describir lo que historiza, el autor utiliza un enfoque inductivo.  Es decir, de lo específico llega a una conclusión y recomendaciones generalizadas.  Arrate se media historiograficamente entre el empirismo descartiano[27] y el Romanticismo[28] de la segunda mitad del siglo XVIII.  En contraste con Nicolás Joseph de Ribera, José Félix de Arrate usa la citación metodológica correspondiente al sentido racional que estipula que todo tiene que ser justificado.  Arrate hizo un análisis historiográfico sobre la Cuba del siglo XVIII en su prólogo.  El cronista demuestra su mentalidad ilustrada al exponer su metodología de exposición, análisis y recomendación.  Desde el capitulo primero al octavo de su obra el autor expone brevemente lo que percibe sobre el ambiente insular.  En los capítulos posteriores, utilizando agudamente la descripción Arrate detalla: la enumeración militar de Cuba, la organización política insular y regional de la gobernación y cabildos; la descripción de la estructura eclesiástica y la etnografía cubana de la época.[29]
Un detalle sumamente importante sobre la obra de Arrate es la descripción de la institución nobiliaria de la isla de Cuba en el siglo XIX.[30]  Como parte del imperio español, en Hispanoamérica se forma una nobleza regional, mayormente de títulos que desde el siglo XVI los hidalgos[31] compran al adquirir riquezas en el nuevo mundo.  En la estratificación nobiliaria castellana existe la nobleza titular y aquella no titular.  La nobleza española en América se destacó por la no titular hasta el siglo XVIII.  No es hasta que se extinguen los Austria de la casa real que comienzan la compra de títulos nobiliarios o la nobleza titular en Cuba y en el resto de Hispanoamérica.[32]



De Antonio Sánchez Valverde, ilustrado historiador de La Española castiza.
El escritor Sánchez Valverde es un personaje destacado por la polémica de su aportación historiográfica y su afición por esta dentro del contexto de la mentalidad ilustrada de historizar.[33] Se destaca como ilustrado eclesiástico, escribiendo crónicas por motus propio.  Antonio Sánchez Valverde y Ocaña nació en Santo Domingo en 1729 y murió en Méjico el 9 de abril de 1790.  Licenciado en teología y en cánones; catedrático de la Universidad de Santo Tomás; racionero en la Catedral de Santo Domingo y en la de Guadalajara de Méjico. Estuvo también en Venezuela y en España, donde publicó sus obras: El predicador, tratado dividido en tres partes, al cual preceden unas reflexiones sobre los abusos del pulpito y medios de su reforma, Madrid, 1782, LV más 152 págs.; Sermones panegíricos y de misterios, dos vols., Madrid, 1783, 240 y 241 págs. (cuatro sermones en cada volumen: fueron predicados en Santo Domingo, en Caracas y en Madrid); Idea del valor de la Isla Española y utilidades que de ella puede sacar su monarquía, Madrid, 1785, 208 págs.; incompleta, Santo Domingo, 1862; La América vindicada de la columnia (sic) de haber sido madre del mal venéreo <la sífilis), Madrid, 1785, LXXXIX págs. <con muchas indicaciones bibliográficas sobre el asunto); Examen de los sermones del P. Eliseo, con instrucciones utilísimas a los predicadores, fundado y autorizado con las Sagradas Escrituras, Concilios y Santos Padres, dos vois., Madrid, 1787, 239 y 252 Págs.; Carta respuesta... en que se disculpa en el modo que es posible de los gravísimos errores que en sus sermones le reprehendió Don Teófilo Filadelfo, Madrid, 1789.
Este autor publicó ocho volúmenes por lo menos. Orador activo, gustó de discurrir sobre los principios de la elocuencia sagrada; amante de su tierra, la defendió y elogió en España, proponiendo remedios contra su abandono y desolación, justamente poco antes de que la metrópoli la entregara en manos extrañas: su Idea del valor de la Isla Española es la última grada de la escala que comienza con los memoriales del siglo XVI.
Sánchez Valverde aspiró a más: aspiró a escribir una “historia completa de la isla”, viendo “cuán defectuosas eran las que hasta entonces se habían escrito”. Hacía diez y ocho años, en 1785, que acopiaba materiales; ya antes que él los reunía su padre. Pero la muerte le sobrevino cinco años después: no sabemos en qué punto estaría la historia pensada. La Idea[34], elemento de la ilustración ha sido muy consultada como fuente histórica, a pesar de sus imperfecciones; ahora la hacen inútil las investigaciones modernas y la publicación de documentos y libros antiguos. Pero el libro se mantiene en pie por sus descripciones: es extracto del extenso “conocimiento territorial” que el autor poseía, con informaciones variadísimas.[35]
          En su mentalidad ilustrada Valverde evoca el utilitarismo, uno de los movimientos significativos del siglo de las luces.[36] Según este movimiento, la producción del máximo bienestar para el máximo número de personas.  Es buscar un sentido práctico y útil a una causa.  Sánchez Valverde, historiador de sotana, utiliza esta teoría para apelar a la corona española sobre la importancia de la isla de La Española para el imperio español en América.  El utilitarismo es instrumento teórico para otros criollos ilustrados, como Nicolás Joseph de Ribera.  Su intención es llamar la atención de la  corte de los Borbones, para que la administración de la corona en Madrid-Sevilla salvara la parte española de dicha isla. 
Como todo ilustrado del siglo XVIII, Sánchez Valverde calibra y sopesa la redacción de sus crónicas, dando poder a las palabras utilizada.  Como orador ilustra el patriotismo criollo hispano-bifurcado en la patria regional con el nacionalismo monárquica español-para evocar un sentido de pertenencia a España.  Esto es hecho por el padre católico para que Madrid no cediera su parte insular ante las pretensiones francesas de tomar toda la isla para ellos.  Su crónicas apelativas deja entrever la forma de nacionalismo del siglo XVIII, la lealtad al monarca.[37]
Un dato relevante para entender la influencia del pensamiento ilustrado en Antonio Sánchez Valverde es su estilo de prosa laica.  Es decir, mediante Sánchez Valverde podemos observar como un sacerdote cristiano rebasa la barrera teocéntrica en sus escritos, dejando la interpretación religiosa a un lado y adhiriéndose a la metodología racional a modo aristotélico.  El mero hecho de que el reverendo padre haya dejado su oficio a un lado para historizar de la manera antes mencionada reafirma de manera clara y precisa que dentro de las esferas correspondientes en la sociedad hispano-antillana  la ilustración y el empirismo lograron influenciar la mentalidad de la época.[38]
Conclusión
Las características que se infieren mediante el análisis de los escritos legados por los cronistas criollos a la historia presente es prueba fehaciente de que en el imperio hispano insular antillano se manifestó las principales ideas del movimiento ilustrado.  La fisiocracia, el utilitarismo, el empirismo y el idealismo racional se plasman en la manera de historizar los criollos del siglo XVIII.  Las percepciones de criollismo, nacionalismo a través de la lealtad a la corona española y la redacción histórica a través de la percepción nos permite concluir que en los cronistas Joseph de Ribera, José Félix de Arrate y el padre Sánchez Valverde se permea el movimiento historiográfico de la ilustración; muy característico del siglo XVIII.


         

Bibliografía.
Fuentes primarias publicadas.

Sánchez Valverde, Antonio. Idea del valor de la isla Española. Santo Domingo, RD: Editorial Nacional. 1971.
Nicolás Joseph de Ribera Descripción de la Isla de Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. 1973.
          ARRATE, JOSÉ MARTIN FÉLIX DE: Llave del nuevo mundo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Economica.1949
          Humboldt, Alejandro de (Barón). Ensayo Político sobre la isla de Cuba. La Habana: Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba. 1960.
          Labat, Rev. Jean-Baptiste. Viajes a las islas de América. La Habana: Colección Nuestros Países Casa de las Américas Serie Rumbos. 1979.
Conferencias:

Hernandez González Pablo J. PhD. Historia de Cuba y el Caribe. Seminario doctoral. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. San Juan 2007.

__________________. Historiografía Critica. Seminario Doctoral. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. San Juan. 2007.


Vargas, Everlydis PhD. Historiografía de Puerto Rico. Cátedra graduada. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. San Juan 2005.

Barreda y Monge, Frederick. Metodología de la investigación. Cátedra graduada. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. San Juan 2005.

Fuentes Secundarias.
Crouse, N. M. (1940). French Pioneers in the West Indies, 1624-1664. New York: Columbia University Press.
Dickason, O. P. (1997). The Myth of the Savage, and the Beginnings of French Colonialism in the Americas. Edmonton, Alta.: University of Alberta Press.
Klein, H. S. (1988). African Slavery in Latin America and the Caribbean. New York: Oxford University Press.
Peabody, S. (2004). "A Nation Born to Slavery": Missionaries and Racial Discourse in Seventeenth-Century French Antilles. Journal of Social History, 38(1), 113+. Retrieved August 9, 2005, from Questia database, http://www.questia.com.
Sandiford, K. A. (1993). Rochefort's 'History': The Poetics of Collusion in a Colonizing Narrative. Papers on Language & Literature, 29(3), 284+. Retrieved August 9, 2005, from Questia database, http://www.questia.com.
González Echevarría, Roberto y Enrique Pupo-Walker.  The Cambridge History of Latin America. Cambridge, NY: Cambridge University Press, 1996.
Ball, Nan T. "The Reemergence of Enlightenment Ideas in the 1994 French Bioethics Debates." Duke Law Journal 50, no. 2 (2000): 545. Database on-line. Available from Questia, http://www.questia.com/PM.qst?a=o&d=5001172559. Internet. Accessed 18 October 2007.
Bates, David W. Enlightenment Aberrations: Error and Revolution in France. Ithaca, NY: Cornell University Press, 2002.
Byrne, James M. Religion and the Enlightenment: From Descartes to Kant. 1st ed. Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 1997.
Dumm, Thomas L. "Enlightenment as Punishment." Social Justice 27, no. 2 (2000): 237.
Fitzpatrick, Martin, Peter Jones, Christa Knellwolf, and Iain Mccalman, eds. The Enlightenment World. New York: Routledge, 2004.
Jacob, Margaret C. Living the Enlightenment Freemasonry and Politics in Eighteenth-Century Europe. New York: Oxford University Press, 1991.
Linker, Damon. "From Kant to Schelling: Counter-Enlightenment in the Name of Reason." The Review of Metaphysics 54, no. 2 (2000): 337+.
Redekop, Benjamin W. Enlightenment and Community: Lessing, Abbt, Herder and the Quest for a German Public. Montreal: McGill-Queens University Press, 2000
Robertson, John. "The Enlightenment." History Review , no. 28 (1997): 40+.
Stinchcombe, Arthur L. Sugar Island Slavery in the Age of Enlightenment: The Political Economy of the Caribbean World. Princeton, NJ: Princeton University Press, 1995.


Pérez-Cisnero, Enrique.El reformismo español en Cuba. Madrid:
Editorial Verbum S.L., 2002.

Bizcarrondo, Marta y Antonio Elorza, Cuba/España. El dilema autonomista, 1878-1898, Madrid: Editorial Colibrí, , 2001.

Estévez y Romero, Luis: Desde el Zanjón hasta Baire, [1899], La Habana: Editorial Ciencias Sociales, , 1974.

Iglesias García, Fe, Del Ingenio al central. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico. 1998

Guerra y Sánchez, Ramiro (dir.): Historia de la Nación Cubana, La Habana: Editorial Historia de la Nación Cubana,  1952, VI

Bricard, Isabelle, Las dinastías reinantes en Europa. Huertas: Espasa. 2000

De la Cierva Ricardo, Historia Total de Espana, del hombre de Altamira al rey Juan Carlos I, Madrid: Editorial Fenix, 1997

Marrero, Leví, Cuba: Economia y Sociedad. Azucar, ilustración y conciencia (1763-1868) Madrid: Editorial Playor. 1987, XIII

Morales y Morales, Vidal: Hombres del 68. Rafael Morales y González, [1904], La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1972.

Pichardo, Hortensia, Documentos para la historia de Cuba. La Habana: 1977.

Roldán de Montaud, Inés: La Unión Constitucional y la política colonial de España en Cuba (1868-1898), Madrid, UCM, 1
Romera-Navarro N. Historia de España. Londres: D.C. Heath y Compañía, Editores, 1923.

Freeman, Samuel, Virginia Garrard Burnett, Fred Koestler, James S. Olson, and Sam L. Slick, eds. Historical Dictionary of the Spanish Empire, 1402-1975. New York: Greenwood Press, 1992.

Fuentes secundarias eléctrónicas:
Aruco Alonso Lohania J.Orígenes de la nobleza criolla titulada en Cuba: su vinculación con la región histórica de la Habana siglos  XVIII y XIX hasta 1808”.  28 Sept 2005 <http://www.cubaliteraria.com/ciencias_sociales/ciencias_sociales_32.htm>

Vilches, Jorge. “ Del reformismo a la autonomía de Cuba”. 2 mayo 2007. <www.hispanocuba.org >

Prieto Benavent, José L. “El liberalismo cubano en el siglo XIX” 4 mayo 2007. <www.cubaliteraria.com>







[1] Pablo J. Hernández González. Historia de Cuba y el Caribe. Seminario Doctoral. Primavera 2007.
[2]Sir Isaac Newton, (4 de enero, 1643 NS31 de marzo, 1727 NS) fue un científico, físico, filósofo, alquimista y matemático inglés, autor de los Philosophiae naturalis principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la Mecánica Clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la luz y la óptica (que se presentan principalmente en el Opticks) y el desarrollo del cálculo matemático.”
[3] El momento culminante de la Revolución científica fue el descubrimiento realizado por Isaac Newton de la ley de la gravitación universal.
[4] Parlamento francés, no había sido convocado en centena de años.
[5] Arthur L. Stinchcombe, Sugar Island Slavery in the Age of Enlightenment: The Political Economy of the Caribbean World (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1995) 14.
[6] Iden.
[7] Margaret C. Jacob, Living the Enlightenment Freemasonry and Politics in Eighteenth-Century Europe (New York: Oxford University Press, 1991, accessed 19 October 2007), 143
[8] Pablo J Hernández González. Historiografía Crítica. Seminario Doctoral. Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. 2007.
[9] Sagrados Cánones se refiere a la ley que establecía la iglesia por medio de la jurisprudencia temporal del Papado católico romano.
[10] Pablo J. Hernández PhD.  Historiografía crítica. Seminario Doctoral Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano.
[11] Referente al derecho emanado por los sagrados cánones.
[12] Roberto González Echevarria, y Enrique Pupo-Walker.  The Cambridge History of Latin America. (Cambridge, NY: Cambridge University Press, 1996), 360, I.
[13]   “Fisiocracia o fisiocratismo era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por François Quesnay y Anne Robert Jacques Turgot en Francia. Afirmaba la existencia de una ley natural por la cual el buen funcionamiento del sistema económico estaría asegurado sin la intervención del gobierno. Su doctrina queda resumida en la expresión «laissez faire, laissez passer» (dejar hacer, dejar pasar).
El origen del término fisiocracia proviene del griego y quiere decir "gobierno de la naturaleza", al considerar los fisiócratas que las leyes humanas debían estar en armonía con las leyes de la naturaleza. Esto está relacionado con la idea de que sólo en las actividades agrícolas la naturaleza posibilita que el producto obtenido sea mayor que los insumos utilizados en la producción surgiendo así un excedente económico. Los fisiócratas denominaron de estériles a las actividades como la manufactura o el comercio donde la producción solo sería suficiente para reponer los insumos utilizados.”

[14] Roberto González Echevarría, y Enrique Pupo-Walker.  The Cambridge History of Latin America. (Cambridge, NY: Cambridge University Press, 1996), 360, I.

[15] Iden.
[16] Nicolás Joseph de Ribera, descripción. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. 1973.), 127-157.
[17] Nicolás Joseph de Ribera, descripción. (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. 1973.), 127-157.
[18] Iden.
           
[19] Hortensia Pichardo Viñals. Descripción de la Isla de Cuba. Nicolás Joseph de Ribera
(La Habana Editorial de Ciencias Sociales. 1973), 64-66, 78.
[20] Pablo J. Hernández PhD. Historiografía Crítica. 2007
[21]. Iden.

[22] Iden.
[23]Roberto González Echevarría, y Enrique Pupo-Walker.  The Cambridge History of Latin America. (Cambridge, NY: Cambridge University Press, 1996), 360, I
[24] Iden
[25] Ibíd., 361
[26] El prologo de  ARRATE, JOSÉ MARTIN FÉLIX DE: Llave del nuevo mundo.(Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.1949)
[27] Todo se reduce a la razón y la experiencia sensible, y lo que ella no admite no puede ser creído. Durante la Revolución Francesa, incluso, se rindió culto a la «diosa Razón», que se asocia con la luz y el progreso del espíritu humano. Las pasiones y sentimientos son un mal en sí mismos. Todo lo desprovisto de armonía, todo lo desequilibrado y asimétrico, todo lo desproporcionado y exagerado se considera monstruoso en estética.
[28] “El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional e hipercrítico de la Ilustración. Un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante.  Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Renacimiento), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superstición, que los ilustrados y neoclásicos ridiculizaban.”

[29] ARRATE, JOSÉ MARTIN FÉLIX DE: Llave del nuevo mundo.(Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.1949), 42-114

[30] Ibíd.
[31]“El concepto de hidalgo proviene de España y refiere al noble que estaba exento de pago de tributos.
Desde el siglo VII se encuentran en la que más tarde sería Castilla los términos fijodalgo y fidalgo, de donde llega a la Edad Media como hijodalgo e hidalgo, manteniéndose la palabra fidalgo en lengua portuguesa, aunque con características distintas. Su característica fundamental era el carácter de nobleza sin apenas bienes, pero exentos de las cargas y tributos que pagaban los plebeyos (pecheros). En Asturias, los hidalgos llegaron a ser casi un 80% de la población. Para ser reconocido como hidalgo solariego, era necesario justificar que los cuatro abuelos habían sido a su vez hidalgos. Los demás eran tratados de manera despectiva en muchas ocasiones y se les apartaba de los actos sociales y de participar en hermandades. Estos eran los recién nombrados por algún servicio o tarea y muchos de los que estudiaban en las universidades.
En sus inicios, el título surgió como un reconocimiento. Pero a lo largo de los años, su uso se fue extendiendo en forma descontrolada y los monarcas, a cambio de algún beneficio económico personal, nombraban hidalgos a cuantos les resultaba conveniente. Fue con la llegada de la Ilustración y los Borbones que comenzó una reforma en profundidad de la hacienda pública, una de las cuales fue la limitación de este tipo de nombramientos ya que por entonces más de medio millón de personas gozaba de exenciones tributarias basadas en este título. Con el paso del tiempo la figura se fue diluyendo hasta desaparecer por completo en el primer tercio del siglo XIX.”

[32] Lohania J. Aruco Alonso Orígenes de la nobleza criolla titulada en Cuba: su vinculación con la región histórica de la Habana siglos  XVIII y XIX hasta 1808”.  28 Septiembre 2005 <http://www.cubaliteraria.com/ciencias_sociales/ciencias_sociales_32.htm> acezado mayo 11, 2007.

[33] Pablo J. Hernández, Hist. 7970E, Seminario de Historiografía Crítica. Ago-nov 2007.
[34] Es una imagen que existe o se forma en la mente. La capacidad humana de contemplar ideas está asociada a la capacidad de raciocinio, autorreflexión, la creatividad y la habilidad de adquirir y aplicar el intelecto. Las ideas dan lugar a los conceptos, los cuales son la base de cualquier tipo de conocimiento, tanto científico como filosófico. Sin embargo, en un sentido popular, una idea puede suscitarse incluso en ausencia de reflexión, por ejemplo, al hablar de la idea de una persona o de un lugar.

[35] Albert James Arnold, Julio Rodríguez-Luis y J. Michael Dash. A History of Literature in the Caribbean. (John Benjamins Publishing Company) 1994


[36]El utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población. La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para la humanidad. Utilidad es una palabra que significa que las consecuencias positivas que deben estar maximizadas. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo número de personas".”


[37] Según el Dr. Hernández en su seminario doctoral de historiografía critica de otoño del 2007, el sentimiento de lealtad hacia el rey era el sentimiento nacionalista antes de la llegada del romanticismo.
[38] Antonio Sánchez Valverde. Idea del valor de la isla Española( Santo Domingo: Editorial nacional.1971), 130-211

No comments:

Post a Comment